Mostrando entradas con la etiqueta Más que pesca. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Más que pesca. Mostrar todas las entradas

viernes, 28 de febrero de 2014

Construyendo una estantería para el material de montaje ¡El daño que me ha hecho Bricomanía!

 
IMG_1213Enésimo intento de revelarse ante lo imposible. Es como mi particular recreación del mito de Sísifo, en su condena de portar infinitamente la roca montaña arriba, para que cuando se llegase a la cima, cayese rodando y vuelta a empezar. Lo mismo me ocurre a mí. Ante el ímprobo trabajo de ordenar mi mesa de montaje acontece que al montar, ora un trico, ora un perdigón, echo mano de los materiales necesarios y nunca jamás vuelven a su sitio que les tengo asignado, por la peregrina excusa de si mañana sigo montando la misma mosca ya estarán los materiales encima de la mesa, o simplemente, por dejadez. ¿Resultado? Pues que mi mesa de trabajo, no muy grande por cuestiones de espacio disponible, es un totum revolutum donde pierdo más tiempo buscando que montando moscas.
El asunto más peliagudo estaba siendo últimamente los hilos. Repartidos aleatoriamente por unas cajas, cuando no ocultos por cualquier material en la mesa que impide la localización de ese tono de hilo deseado, cuando no es la ausencia de lo que buscamos que quien sabe donde andará.
Había pues que ponerse manos a la obra y discurrir algo. Un pequeño expositor que me permitiese intentar mantener un mínimo orden al menos. Serían pues, mis necesidades de orden y de espacio las que iban a condicionar el devenir del modelaje este mueble.
 

Premisas para el diseño

  • La primera premisa era elaborar algo donde colocar las bobinas de hilo, y con cierta capacidad.
  • Para mí también es sumamente importante tener un acceso visual rápido a las mismas para localizar con facilidad lo que busco.
  • Que se me adaptara a una esquina de la mesa de montaje
  • Que fuese funcional, con cierta adaptabilidad

La idea

Con todo ello mi idea es un estante de tres alturas dispuesto en escalera, donde poder situar mediante unos elemento verticales a modo de portacanillas las distintas bobinas. Si cada una de esas alturas la situamos no fija, sino encajada en la anterior lograremos un todo o poder portar un estante sólo, dos, etc. Es decir, la ansiada modularidad.
Ya tengo en mente la idea. Vamos a plasmarla
 

Los materiales

  • Un listón de madera de pino de 2500x60x22 mm comprado en un centro de bricolaje cualquiera. Su coste fue 4,95 €
  • Dos cajas de pernos de madera de 6x10 (1,20 €)
  • Un paquete de tacos de fieltro para muebles ( 0,60 €)
  • Un paquete de palos para brochetas (0,80 €)

 

Herramientas

  • Sierra de calar, que era lo que disponía, pero será más recomendable una circular o aún mejor de mesa
  • Taladro
  • Lijadora
  • Broca del seis
  • Broca del cuatro
  • Cola de carpintero
  • Escuadra
  • Un lápiz

 

Dando forma

Comenzamos por cortar las piezas que vamos a necesitar
Marcamos con la escuadra y cortamos tres piezas de 35 cm de largo que serán los estantes ( A )IMG_1089IMG_1086
pieza a
A continuación dos piezas de 18 cm que serán las bases ( B )
Pieza BLuego dos piezas de 12 cm que será la base del segundo nivel ( C )
pieza C
Por último, dos piezas de 6 cm que serán las bases del tercer nivel (D )
PIEZA D
 
Este sería el desglose
IMG_1092Lo primero vamos a configurar los módulos que formarán la pieza.
Como norma general, los agujeros donde irán los pernos irán a una distancia estándar de 11 mm del borde corto y a 15 mm del borde largo de la pieza y serán realizados con la broca del seis.
Cogemos las piezas ( A ) y con el taladro hacemos dos agujeros en cada costado para colocar los citados pernos de madera. Realizaremos dos agujeros a 1,1 cm del borde corto y a 1,5 y 4,5 cm del borde largo

 

 

Primer módulo

primer moduloIMG_1096
Las piezas B irán en posición vertical. Haremos cuatro agujeros en su parte superior. Dos corresponderán a donde encaje la pieza A y los otros dos serán para encajar la pieza C.IMG_1094 Los agujeros a practicar en las piezas B serán entonces a medio canto (11 mm) a 15mm, 45 mm, 75 mm y 165 mm A continuación introducimos los pernos en los agujeros con una ligera imprimación en su mitad inferior con cola de carpintero para fijarlos a la pieza B.
A continuación ponemos en su lugar la pieza A, en cuyos agujeros hemos depositado un poco cola, y uniendo la pieza A a las dos B ya tenemos el primer módulo realizado.

 

 

Segundo módulo

MODULO 1 Y 2Vamos ahora con las piezas C. Los agujeros irán en la parte inferior y superior. En la inferior para unir al módulo realizado realizaremos los agujeros a una distancia de 15mm y a 105 mm
En la parte superior realizaremos cuatro agujeros a 15mm, 45 mm, 75mm y 105mm. Idéntico procedimiento al seguido con anterioridad. Colocamos y encolamos los pernos, la pieza A y tendríamos el segundo módulo confeccionado. Comprobaremos que encaja perfectamente en el módulo anterior.

 

Tercer módulo

IMG_1097



Agujereamos en la pieza D a 15 mm y a 45 mm tanto abajo como arriba. Colocamos y encolamos los pernos de la manera descrita al igual que la pieza A que faltaba por colocar en su lugar y tenemos el tercer módulo listo.
 
IMG_1109Comprobamos que encaje y tendríamos ya confeccionado el armazón. Ahora es cuestión de ser un poco pacientes y dejar secar la cola. Mejor continuar otro día. 

 
 
 
 
 
IMG_1105Al día siguiente lo primero que hago es lijar el conjunto incidiendo especialmente en los cantos de las maderas al efecto de achaflanar los bordes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Colocando las guías portabobinas

Empezamos ahora de arriba hacia abajo
Sobre la pieza A del tercer módulo decido colocar la mitad de la superficie para bobinas de hilo tipo Gliter, Uni, etc. La otra mitad para bobinas tipo gutterman.
modulo 3Procedemos a marcar la “zona gutterman”. Dejo un margen de 8 mm sobre el borde y con un espaciado de 15 mm entre cada agujero hago los sitios correspondientes donde irán insertados los palos de brocheta, con esto logramos 44 espacios para colocar bobinas de gutterman. Con el taladro y una broca del cuatro realizamos los agujeros correspondientes. Una vez realizados paso la lijadora y lijo la tabla
IMG_1114IMG_1115
IMG_1116

Como los palos de las brochetas son excesivamente largos para cortarlo envuelvo un grupo (unos diez palos) y doy unas vueltas de cinta americana para facilitar el corte a la distancia deseada (aproximadamente unos 8 cm).



IMG_1117Una vez cortados los encolamos un poco (utilizo un recipiente con cola, en este caso un tapón de una botella de leche) y coloco los palitos a ojo de buen cubero, buscando una correcta alineación
La otra mitad trazo dos líneas a 15 mm de cada borde. Y comienzo a distribuir los agujeros con una distancia entre ellos de 30 mm alternando los palos entre ambas filas, esto es, los agujeros los haré en una fila a 15, 45, 75, 105, 135, 165 y la otra a 30,60, 90, 120 y 150 mm. Corto los palos a una distancia de 90 cm y coloco de la manera descrita. Módulo listo
 
 
 
El segundo procedo como en el apartado interior. En una fila los agujeros irán a 15, 45, 75, 105, 135, 165, 195, 225, 255, 285, 315, 345 mm y la siguiente a 30,60, 90, 120, 150, 180, 210, 240, 270, 300 y 330 mm.
MODULO 2 CON PALOS 
Como he colocado 34 canillas para bobinas y 42 para gutterman, decido que el último módulo no lo taladro, esperando buscarle en algún momento alguna posible utilidad, o de necesitarlo taladrarlo para poner más canillas. De momento ha quedado intacto, aunque me sirve para colocar cual estantería cajas de anzuelos.
Coloco los módulos encajando uno sobre otro. Ya tengo el mueble colocado
PIEZAS MONTADAS

 

IMG_1144Una última aportación

Como me ha sobrado un trozo de listón de madera, en concreto un trozo de 61 cm, pienso que si al primer módulo le acoplo a ras de suelo dos trozos, uno al frente y otro en el costado puedo ampliar la zona de trabajo, e incluso el lateral colocar las pequeñas herramientas, como igualadores, tijeras, anudador, etc.
Pues corto dos trozos, uno de 35 cm, similar a las piezas A, y otro para acompañar al lateral y a este nuevo acople, es decir, tiene que tener 180 mm de la pieza B, más la anchura del nuevo listón A, 60 mm es decir, una largura total de 240 mm
PIEZAS ADICIONALESPara el primer acople realizo esta vez no en el fondo de la pieza sino en el canto estrecho largo dos agujeros para colocar dos pernos, los ya famosos agujeros a 11 mm de alto y a 15 del borde, con su correspondiente opuesto en el módulo.
pieza de herramientasPara el otro acople realizo tres agujeros, el primero será a 30 mm, a 75 y a 225mm y los consabidos pernos. Para la unión realizamos los tres agujeros opuestos, uno en el punto medio de la pieza tipo A, y los otros dos en el lateral del módulo que hemos realizado, a 15 mm de cada extremo y a 11 mm de altura. Este última pieza le realizo una serie de agujeros, uno con una broca de pala del 30 para los igualadores de pelo, dos con broca de pala del 14 para los igualadores de pluma, y el resto agujeros con brocas del 8 y del seis.  
y este sería el resultado final
pieza final IMG_1146
IMG_1137


Como he dicho al principio, en pos de encontrar la mayor funcionalidad se aprovecha el interior. El espacio interno me permite guardar por ejemplo las cajas de moscas sin que me cueste espacio extra.
 
 
Por último y para evitar el contacto directo entre el mueble y la mesa de montaje procedo a colocarle unos fieltros en las bases del módulo A y de los acoples
IMG_1138
IMG_1139

IMG_1141

Y ¡Voilà! Listo para tener los hilos ordenaditos.
IMG_1211
Seguro que alguna cosilla se me irá ocurriendo para ir mejorando el mueble, como en la fórmula 1, se preparará alguna evolución sin duda. La última idea que me está rondando es preparar en el acople del fondo unos avellanados para situar unas cabezas doradas para que no rueden y se me caigan al suelo, pero eso está todavía en proceso de maduración
Animaros a que, si os gusta, utilicéis las pautas que aquí os expongo, sobre todo para que las Maquinas de reñir no nos vuelvan a regañar por tener la mesa como una leonera.





















































jueves, 29 de agosto de 2013

Las hieles del triunfo

2013-08-21 17.37.44bisHoy se cumplen 50 años de la famosa frase de Martin Luther King “I have a dream”. Como pescadores decir que todos hemos tenido el sueño de ese rato de pesca, que vamos engatillando capturas una detrás de otra sin parar. No sé por donde he oído que lo peor de los deseos es que se te cumplan y algo así me ocurrió a mí el pasado miércoles.
Nunca pensamos en ello, seguros como estamos de nuestros méritos y sabiduría, pero la fortuna, el azar, el destino o como le queramos llamar es ingrediente fundamental en esto que llamamos pesca, y no es nada desdeñable su importancia, a la par que decisiva en el balance final del resultado obtenido.
El desarrollo de los hechos tuvo cierto aire de casualidad y procedo a su relato:
No tenía pensado para nada ir de pesca ese miércoles, eran otras los planes. A mediodía recibo una llamada de mi padre que me indica si puedo hacerle un recado por la tarde, en un lugar de paso hacia un coto truchero próximo. Como tenía que estar en casa a las ocho y media rápidamente realizo un plannig que consistía en recado a las cuatro y media que es cuando abre el establecimiento, cinco y cuarto en el río, rápidamente cambiarse y para el agua, retirada a las ocho menos cuarto, cambio de ropa y a las ocho y media de nuevo en casa. Perfecto, todo cuadra a la perfección ¡mira por donde voy a disfrutar una mini jornada de pesca! Dos horitas, una “manga de competición”. El horario cuadraba. Bien, como he dicho el lugar escogido está acotado con lo que previo a todo este guión paso por la pagina web de la Xunta para emitir y pagar el coto que me permita no ir de furtivo. El lugar responde a los criterios de cercanía a Lugo (20 minutos en coche), río con truchas (o al menos se le supone) y un denso túnel de vegetación que me va a proteger del calor reinante. Al menos voy a estar a remojo y a la sombra con lo cual estos calores estivales serán menos agobiantes.
Siguiente cuestión, no me voy a romper la cabeza en exceso, porque no tengo tiempo que perder. No he pescado este año mucho con el escarabajo, o como le llamamos por aquí, el bicho, y es lo que voy a emplear y probar los modelos de este año, así que caña de 8,6 ‘ y línea 3. Modifico el bajo, al tramo del 18 le ato como una braza del 16 (sí, sí, no hay error, un 16) y el escarabajo, en este caso caparazón marrón y cuerpo del mismo color también con brinca oro. Camino unos cinco minutos río abajo para coger un meandro del mismo y subir un poco más arriba de donde he dejado aparcado el coche.
El río por donde accedo está completamente tapizado de algas, es un curso verde o lo que queda de este color después de los calores estivales, y en el primer “charco” de agua que me encuentro, observo que se ha movido un pez. Lanzo, mal por supuesto, muy descontrolado debido sin duda a falta de mecánica de lance –lo de la pesca al hilo obviamente no nos puede salir gratis- y el escarabajo cae en las algas, lo arranco de un tirón (aquí es donde se justifica el hilo del 16. Menos sería dejar muchos bichos perdidos en estos ligeros enganchones entre las algas) y de nuevo lanzo, y esta vez, aunque de manera torpe, sí logro que impacte en el agua, aunque no donde yo quería…
DSC03426bisPero, y esta es la magia del bicho, la trucha ha sentido el golpe y se lanza en pos de la imitación, surgiendo de la calma de la postura una estela similar a la de un torpedo que impactará sobre un navío. Efectivamente, una estruendosa tomada rompe el agua, templo un segundo y clavo ¡primera captura! No es como en la pesca del salmón y el archiconocido Good Save the Queen antes de clavar, pero sí al menos mentar a Queen sin duda nos ayudará. Con ello quiero decir que si clavamos inmediatamente después de la tomada, casi con seguridad estaremos arrancando la imitación al pez; tengo la impresión que la trucha primero “mata” al insecto para luego, debajo de la lámina de agua, tragarlo y comerlo. Por eso debemos pensar en Queen y luego clavar, y aún así vamos a fallar un número estimable de clavadas, no vamos a saber discernir a ciencia cierta el rechace de una picada.
Volvamos al relato de los hechos. En los primeros momentos tres truchas, y dos o tres rechazos más. Cambio a bicho negro y disminuye notablemente los ataques. Coincide con un tramo de aguas un poco más profundas (más o menos un metro de agua por una orilla y metro y medio – dos metros por la otra), una trucha a la mano. En la falda de este pocete donde empieza a escasear el agua y donde el calado ahora son cuatro dedos de agua, cambio a un escarabajo verde, y empiezan picadas en prácticamente cualquier rasera. Pozas de poco calado daban trucha sí o sí, y se veían estelas hacia el bicho que parecía una lluvia de estrellas fugaces, y una captura, y otra, y otra más… en pleno frenesí de capturas vuelvo al escarabajo negro, y se para casi en seco los ataques, uno solamente y al fallar la clavada lo envío a lo alto de un árbol. Nunca me vino mejor perder una mosca, vuelvo al verde y se reanuda el festival con otros quince minutos de vértigo con ataques y capturas continuas. Un fallo al clavar y de nuevo la captura de un árbol de la orilla que se quedó con el escarabajo y para casa, que hemos quedado ¡encima voy a cumplir horario, lo nunca visto! 2013-08-21 17.31.49
En resumen, dos horas y poco de pesca y, digamos que unas dos docenas de truchas de las cuales la última docena en menos de media hora.
¿la felicidad plena? Pues aunque suene raro, mi respuesta es no.
Al final, a la vuelta hacia Lugo conduciendo le di vueltas a lo que me acabada de suceder. Cuantitativamente sin duda el mejor día de temporada, muchas truchas con un ratio de capturas espectacular, diría que una trucha cada cinco minutos. Cualitativamente ni mucho menos fue el mejor día de pesca. En realidad se reducía casi todo a una mera cuestión mecánica -lance, Queen, trucha, otra poza distinta, lance, Queen, trucha –. Muchas capturas sí pero faltaba la emoción del fracaso, de saber que ahí está la trucha y no coge la imitación y nos exprime como pescadores obligándonos a poner en el río toda nuestra sabiduría, a cambiar de mosca, a alargar el bajo, colocarnos correctamente, lanzar y posar de manera sutil… es decir, el goce de los preliminares conteniendo la adrenalina que nuestro cuerpo genera y a sabiendas que si algo ejecutamos mal no la vamos a capturar, y en las siguientes posturas lo más probable es que no ocurra nada. En una palabra, la emoción del lance que rompe una rutina mecánica, la excepcionalidad de un acontecimiento como es una picada y el disfrute de una captura. Pensemos en la magia de la lucha de una pintona que hemos clavado lejos, debajo de unas ramas y cómo lucha por no ser vencida, que nos infla de orgullo y nos deja pensando lo buen pescador que soy, que he logrado engañarla.
Ese miércoles, y ese frenesí lo que me plantea es si no habrán sido las truchas las que se han puesto a comer en loco frenesí, sin discernir los méritos del pescador. He sido yo porque por casualidad estaba allí, pero ¿ hubiese podido ser cualquier otro? Me vine con esa cavilación en la cabeza y me temo que la respuesta hubiese sido que sí, trucha arriba, trucha abajo cualquier pescador hubiese culminado el “destroce” por mí perpetrado. Luego han sido otros factores y no mis méritos los que han decidido. Adiós a mi ego como excelso pescador.
Son sin duda las hieles del triunfo.













sábado, 6 de abril de 2013

Cuando el río suena…

No para de llover. Según he oído en la radio acabamos de dejar atrás el mes de marzo con más precipitaciones desde el año 1947, lo que hace que los ríos vayan henchidos, con una corriente de agua como hacía años que no se veía.

DSC03291 Agua que es vida, agua que hace que tenga el río un murmullo que apaga ruidos de la civilización, hace que no se oiga el rumor de la autovía lejana y sí la música del rabión que comienza en la presa. Agua limpiadora de los desmanes humanos, que en forma de espumas cubren los bordes de los remansos y portadora del ciclo natural de vida y muerte de la vegetación de ribera, como la plaga de nuestros abineiros que, muertos y secos navegaban en las crecidas como barcos fantasmas hasta varar en alguna presaDSC03289.DSC03287

 

Agua que remueve  las raíces secas de los árboles muertos, erosionando la tierra y que conformará una nueva línea de ribera que será colonizada por otras especies vegetales o nuevos miembros de la flora existente.

Al fin y al cabo, me alegra ver así nuestra cuenca hídrica en el mes de marzo y abril, no al escuálido cauce del año pasado, que sí, para pescar a mosca era caudal ideal, pero no era lo que los ríos demandaban. Ver la lámina de agua que anega los prados aledaños, que los cubre durante jornadas enteras, mientras el centro del cauce semeja un punto inaccesible a nuestros señuelos e imposible para que un pez pueda encontrarse cómodo me produce la misma sensación que cuando veo madurar mis cerezas, no sirve aún pero lo que me espera puede ser aún mejor. También y pensando especialmente en el salmón hay agua de sobra para que los zancados puedan bajar al mar con comodidad, sin acumularse como hace unos años en la presa de Piago Maior y otros puntos similares de los cauces salmoneros, y que a su vez los vernales y abrileños puedan subir a los pozos superiores.

Agua benefactora, que engorde los manantiales, y que nos sostenga a los ríos durante el estío con más porte del que presentaban estos años

 

¿y los mosqueros?

Utilizando un símil los mosqueros ahora mismo somos como los abineiros, arrastrados por el agua y depositados donde el cauce del río nos conduzca. Los más optimistas , intentando de modo terco encontrar un remanso donde se pueda tirar nuestras ninfas con la esperanza de buscar la compasión de una trucha despistada, o intentar la siempre arrinconada pesca con el estrímer; los más prácticos, quedándose en casa, rellenando las cajas con las moscas que cubrirán el resto de temporada.

A mí se me abre una nueva vía, que no es que esté muy bien vista por el colectivo “mosquero”, pero que a mí me gusta y me llena. Ante este escenario he hecho lo que hice toda la vida, rio alto y revuelto, pescar a lombriz, o como he llamado toda la vida, a mioca.

DSC03304Parece que desde hace unos años o te haces mosquero o perteneces a una casta inferior. Nos gastamos un aire de superioridad basado a mi entender, en la cantidad de dinero que  hemos invertido en caña, carrete, vadeador, complementos varios, todos obviamente de marca (y cuanto más cara mejor). Este dinero de algún modo hay que compensarlo, y de manera subconsciente nos carcome las entrañas que algo tan básico como una caña, hilo, plomo y anzuelo y un bicho que podemos encontrar en la huerta pueda sacar más truchas que nosotros con nuestro carísimo equipo.

Por otro lado nos hemos convertido en paladines de la pesca sin muerte, como si la figura del mosquero fuese unido al captura y suelta, cosa que no siempre es así. Cierto que la gran mayoría de pescadores que practican el captura y suelta (yo me aventuraría a decir que más de un 90%) pertenecen al colectivo mosquero, aunque también hay bastante “depredador” y que no perdonan ni una, por mucho Simms que les adorne. Convenimos entonces en que la generalización es mala. Cierto es que, por parte de los mioqueiros se aprovecha un poco de las circunstancias especiales del río para “intentar sobrepasarse en el cupo” pero también hay gente cumplidora de las normas entre los ceberos. Otra leyenda entre los mosqueros es que el cebo natural la trucha traga muy al fondo y se le destrozan las agallas. Bueno eso será si el pescador quiere. También me tiene ocurrido de tener que desclavar ninfas en las agallas. Las técnicas no son mejores ni peores, somos los pescadores los que las hacemos buenas o malas.

 

Descripción del pecado

Básicamente, y aunque todos en alguna ocasión cuando comenzábamos hemos pescado al “quieto parado” es decir, tirar la caña en un remanso del río a esperar a que piquen, a pesar de lo que pueda parecer, la pesca a mioca es una pesca bastante técnica. Resumiendo se basa en colocar la lombriz allá donde intuimos que pueda estar aposturada una trucha a la espera de comida; ¿acaso si hago una descripción de la ninfa a polaca o con un tándem no sería lo mismo?

DSC03306En las grandes crecidas de estos días con los ríos por los prados, buscaremos esos remansos donde las raíces de los árboles rompen la fuerte corriente y crean zonas de depósito de aluviones, entre este material que transporta el río, aportará anélidos, que con la lluvia han salido a la superficie y se han visto arrastrados por el agua hacia los cauces . Ayudados por unos plomos que nos permitan controlar la línea depositaremos el cebo que iremos guiando al son que nos marque los remolinos de agua, buscando esas zonas de depósito, e iremos guiando nuestra línea intentando adaptarnos a las distintas venas de agua para dejar que la mioca sea vista por la trucha y esta la coma. En ese momento vamos a sentir un toc, toc que recorrerá todo nuestro cuerpo, muy bien definida por nuestros vecinos franceses que la denominan pêche au toc. Después de tantos años soy incapaz de decir si se siente en el dedo, la mano en la cabeza o donde, lo cierto es que esa sensación de cuando pica un pez es muy, pero que muy plausible.

Cuando el río baja un poco, seguiremos las líneas de corriente, intentando lanzar el cebo más hacia el medio del río y haremos correr el cebo ayudados por el empuje de la corriente sobre el hilo. Fundamental el control que aportemos a la línea, ni mucho para que tense y nos eleve el cebo, ni poca para que no camine éste y se nos enrede en cualquier parte del fondo. Y creerme que no es ni mucho menos fácil. Esto sólo lo conseguiremos perdiendo una buena cantidad de plomos y de anzuelos, es fruto de horas y mas horas de río.

Un ejercicio de añoranza

La mioca tiene para mi otro componente sentimental difícil de disociar de su práctica. Soy sin duda el mejor mosquero de mi pueblo, también el único, que todo hay que decirlo. Me siento como un pionero, y me ven como un bicho raro. Eso de meterse en el agua y subir río arriba y con ese sedal de color chillón tan grueso no es que precisamente esté bien visto por el resto de pescadores locales… Igual se puede decir de la rapala, “invento” relativamente reciente que todavía no dispone de una segunda generación de pescadores.

Con la mioca es distinto,más digámoslo así “tradicional”. Hay hasta sagas de mioqueiros, que han ido transmitiendo sus conocimientos y su saber a hijos y nietos, es un enganche intergeneracional. En mi caso concreto, es una pesca que podemos pescar a la par, en igualdad de condiciones mi padre y yo, el alumno intentando superar al maestro, y mi padre sentirse pescador de igual a igual ante el moderno de su hijo.

Es un rebuscar en el baúl de las añoranzas, de poner el cebo en esa postura o como de pequeño me aprendieron a decir, en esa “armada” donde siempre picaba la trucha o esa corriente del prado de fulanito que siempre resulta productiva a río lleno. De ver cómo va modificándose el perfil de las orillas o de cómo el rio ha erosionado ese talud que ha desecho la armada. De reencontrarme con el escenario de mi primer coto, de los lluviosos días de abril en el Navia y de aflorar en mi memoria evocaciones de los locales donde expedían los cotos frecuentado por pescadores con las botas Gaviota apoyados en la barra del bar ¡tantos recuerdos! Recuerdos con pátina de añoranza; en cambio la mosca ya lo asocio más a internet. Son muchos años ya de mioqueiro con muchas alegrías y numerosas decepciones. Y todavía los años de mosquero son todavía pocos para tener añoranzas.

jueves, 28 de marzo de 2013

Cuesta abajo y sin frenos

Comenzó la temporada, los ríos van llenos de agua como hacía años que no los había visto. Hoy sin ir más lejos apenas pude pescar porque el río iba anegando las riberas. Luce el verde de los prados de manera espectacular y la lluvia, ora unas gotas ora un chaparrón ponen telón a un fondo de nubes oscuras que cubren el cielo…

DSC03280Y nubes más oscuras se ciernen sobre la pesca aquí en Galicia. Yo ya he perdido toda esperanza con respecto al futuro que nos aguarda. Mi pálpito no puede ser más pesimista, en dos lustros no vamos a tener ni un pez que llevarnos al anzuelo. Y los hechos van corroborando mis peores augurios.

Somos unos 2.800.000 habitantes en Galicia y hay expedidas unas 60.000 licencias, es decir nuestro colectivo representa el 2,15% de la población. Somos una minoría, y una minoría que tampoco constituimos ningún lobby que pueda presionar a la administración, que a mi modesto entender creo que existe un status quo de dar lo que pidan y que no alborotemos más de la cuenta. Esto conlleva a una cierta posición de inmovilismo, de hacer lo mismo desde décadas atrás, de prácticamente calcar las normas desde hace años.

Y luego como cada uno de los 60000 somos los mejores pescando, y tratamos de llevarnos a casa absolutamente todo lo que se mueva en el río. Los últimos ejemplos ha sido la noticia de una “trucha” especial, aquí tenéis el enlace a la noticia trucha en Mondariz publicada en  Faro de Vigo. Bien, luego el pescador va y se anuncia en una web de compra venta pidiendo 300 euros por el pez, con el siguiente resultado, el salmón ha sido decomisado (http://www.lavozdegalicia.es). Pues bien, por las redes circulan dos fotos de dos zancados más, aunque no han sido tan explícitos, y nada se va a poder hacer, salvo lamentar la captura de dos zancados.

Esto demuestra o bien la ignorancia del colectivo de pescadores, que lo de las normas parece ser que están redactadas para que la Xunta edite el libro famoso a principio de temporada, no para leerlas y menos para cumplirlas, o por contra, que llevamos el furtivismo grabado a fuego en nuestro ADN. Eso o decir que nuestra cultura medioambiental está bajo mínimos

He escuchado muchas veces cantar las alabanzas de ese fantástico pescador que ha cogido tres o cuatro cupos, de pescatas de truchas que no dan la medida pero que “son las que mejor saben”, de pesca en vedados o sin muertes, incluso niños de corta edad en los sin muerte con una cucharilla y la cesta, ya preparándose a conciencia desde la mas tierna edad. Y lo malo es que esos “personajes” son vistos como héroes cuando lo proclaman a los cuatro vientos desde el púlpito de la barra de la taberna del lugar. Me recuerda en cierta forma, lo que no hace mucho tiempo ocurría con los pirómanos, hasta caían simpáticos. Hoy en día, afortunadamente, un pirómano se le ve como lo que realmente es, un vulgar delincuente. Pues bien, esa figura a día de hoy no existe en la pesca. El que cumple las normas resulta que es el tonto de la película. No hace mucho me contaba un conocido que había cogido veinte truchas cuando el cupo era ocho. Ante mi reproche a su acción se me justificó diciendo “hombre, sí me he pasado del cupo, pero eso se compensa con los días que no llego al cupo”. Encima en vez de buscar el reto, son pescadores de fortuna…

Y ante esto, ¿le veo solución? pues… sinceramente no. A mi entender mientras no tomemos conciencia de que estamos expoliando un recurso, de que nos estamos cargando algo que va a ser irrecuperable, no haremos nada. Y aquí cargo las tintas sobre la Administración, como el colectivo de pescadores no somos capaces de autorregularnos, tendrían que ser los poderes públicos los que regulen y de manera restrictiva. No es de recibo que tengamos en general el cupo más elevado de España (10 truchas) y de unos míseros 19 cm. Aquí es donde algunos me dirán que las truchas en Galicia no crecen mucho ¡claro, si no las dejamos que lo hagan! las capturamos con 19 cm y menos. A mi entender, el cupo debería ser mucho más restrictivo y la talla mínima elevada. Luego debería prevalecer la especie más amenazada. Si en un río hay salmón, no se debería abrir la trucha hasta asegurarnos que hayan bajado todos los zancados,

Pero podemos tener una regulación fluvial excelente, que por lo general no la cumpliremos. Para eso debería la guardería fluvial, Seprona y Policía autonómica intensificar la vigilancia y aplicar una política de tolerancia cero, del que la haga que la pague, te llevas una trucha sin medida, págala, te has pasado del cupo, paga. Lograríamos además saber que “andan cabrones” y nos llevaría inconscientemente a limitar nuestro instinto depredador por miedo a que nos pillen, a modo de ejemplo lo de la Dirección General de Tráfico; Radares, controles de alcoholemia, etc., ha hecho que moderemos muy mucho la velocidad y que ya no bebamos si vamos a conducir. Algo así pido yo para los ríos. Me llegaron rumores de que en cierto puesto de la Guardia Civil ha llegado un sargento nuevo, que es pescador, que ha avisado que va a vigilar en serio el río y que iba a ser duro… pues hasta los espabilados que moran a bastante distancia de este punto andan con la mosca detrás de la oreja y este año aún no han asomado el morro por allí, y eso todo obra de Radio Macuto

Por último, un palo a las Asociaciones de pescadores, que salvo honrosísimas excepciones que se pueden contar con los dedos de una mano, solamente buscan una concesión administrativa y hacerse con cuantos más cotos mejor y que, ajenos a la “sociedad” vengan a pescar cuantos menos pescadores foráneos mejor, para que podamos hacernos nosotros con los permisos (y por ende machacar y aniquilar nosotros, los de la sociedad el coto que tenemos concertado). Ni hacen por lo general una labor educativa, ni ante estos personajes tienen el cuajo suficiente para expulsarles de socios, ante el incumplimiento de uno de sus miembros de las normas que regulan la pesca.

Este es mi punto de vista. Apocalíptico puede parecer, pero lo siento así. Mi pregunta es cómo haré para enseñarle a pescar a mi sobrina que ahora tiene tres añitos. No le auguro mucho futuro como pescadora.

sábado, 26 de enero de 2013

El año que viene no voy a pescar nada

No me vengáis a toda velocidad a pedirme ni las cañas ni las moscas… no pienso dejar de ir a pescar y tampoco tengo intención de cumplir el título de la entrada. Leer primero mi desvarío.
Me surge esta reflexión después de un par de jornadas empuñando cañas, y no cañas de mosca precisamente, sino cañas de cerveza, y al final se me viene a la cabeza este resumen, en tono jocoso, pero creo que acertado, porque esta tomando el tema de los arcanos en la pesca una deriva que raya el surrealismo, o creo que definido más correctamente, el papanatismo.
Al parecer, y sabiendo que perseguimos una quimera, todos andamos a la procura del bálsamo de fierabrás, la mosca infalible que nos atraiga a los peces aunque se encuentren aposturados en la orilla contraria, el color imprescindible de la seda a poder ser de los míticos para confeccionar una exhubia sin la cual cual los peces no comen, ese material extranjero de nombre impronunciable imposible de conseguir en cualquier tienda que ha llegado de la mano de los competidores y que ha ganado tal campeonato. ¿y si no estoy dispuesto a seguir esa pauta me voy a volver bolo perpetuamente?

 

Centrando el tema. Las etapas

Tampoco es un tema nuevo, ya que estoy convencido que todos hemos pasado estas fases. Recuerdo que mi primer contacto serio con la pesca a mosca fue en el Club Línea Tensa de Madrid. DSC03208Organizaban un cursillo de montaje que lo impartía un socio que en aquellos momentos tenía una tienda de pesca en dicha ciudad. Recuerdo que me marché con 25.000 Pesetas de las del antes del euro dispuesto a hacerme con todo el material de montaje necesario para aprender a confeccionar moscas. Afortunadamente, resultó ser pescador y colega antes que tendero, y sólo me vendió un torno, un anudador, dos bobinas de hilo de montaje, un portabobinas y una caja de anzuelos. Material más que suficiente para aprender. Si hubiese querido ser un aprovechado, me hubiese colocado lo que tenía a mano y algo más. Proseguí con un ansia de tener todo lo que hiciese falta. Se hicieron habituales las escapadas a su tienda a la par que iba confeccionando moscas distintas y necesitaba nuevos materiales. Tal mosca necesitaba tal material y se compraba, y por si acaso lo parecido. Y de comenzar con una bolsa, tuve que pasar a una caja de herramientas y luego a cajones…
Con la siguiente fase me entró la fiebre del conocimiento. Mis fuentes de información fueron las revistas Trofeo Pesca, Solo Pesca y Federpesca (Dánica vino más tarde) empezaron a aparecer referencias de Gutterman, que luego tendremos unas líneas para ello, que intentamos seguir las fichas de montaje a pies juntillas. Surgió Luego los foros de pesca, las tertulias de Trofeo Pesca y luego Conmosca y aquí sí que ya se nos vino encima la mundial. Se empezó a cruzar información de todo tipo, creando nuevas expectativas… se comenzó la búsqueda del grial de la pesca, que, creo que a lo único que nos ha conducido es a tener los cajones atiborrados de material que en la vida van a llegar al río… y lo malo es que aún seguimos comprando en busca de este mito de la infalibilidad. Me atrevería a decir que este ha sido el común denominador del 99% de los pescadores a mosca; la fiebre consumista de todo tipo de materiales hasta gastar sin darnos cuenta un buen dinero que, con total seguridad, tengamos parado sin darle uso alguno.

 

Los manidos míticos

Quizás fue lo primero que empecé a oír, y la verdad no sé si por suerte o por desgracia no le he prestado atención.
La desgracia fue que cuando empecé en esto de la mosca allá en los esténtores de la década de los noventa, en Madrid que era donde vivía, todavía moviéndose un poco y explorando mercerías aún era posible encontrar buenos hilos de los gütterman “firts class”. DSC03210
Pero en mí se produjo la reacción contraria. Perdí el interés en encontrarlos lo mismo que pierdo el interés en un juego cuando lo logro superar una fase del mismo… lo dejo. Al leer cualquier artículo sobre montaje de moscas aparecían referencias como 603 y números como 300, 431, 900… que no encontraba por ninguna parte y desistí de encontrarlos e intenté sustitutos. No estoy dispuesto a creer que para matar el hambre sea obligatorio comerse siempre unas lonchas de jamón Sánchez Romero, que sin duda, serán muy apetecibles, pero igual un bocata de jamón Eroski blanco nos sacia el hambre. Pues esa es mi teoría. Lo ideal sería el 431, como no lo tengo, tendré que apañarme con lo que encuentre.
Luego la llamada “guttermanía” ha alcanzado unos niveles especulativos que me recuerdan más a la burbuja inmobiliaria que ha desembocado en lo que ahora mismo estamos padeciendo que a un tema piscatorio. Creo que ya no queda una mercería o un sitio que haya tenido hilos sin mirar en toda España y alrededores. Puedo entender lo de la oferta y lo de la demanda, pero, pagar 150 euros por una bobina para hacer moscas yo no estoy dispuesto a ello. Otra cosa será el coleccionista que busque una pieza en concreto para completar la colección pero eso no es pesca.
Me comentaba un amigo que al final de la temporada en León vieron a un pescador y decidieron ver como pescaba y como se enfrentaba a una eclosión, porque “esa pescador tenía los hilos” Al final me comentó que no había sido muy productivo por otras causas, pero yo me cuestiono lo siguiente: ¿Es una trucha capaz de discernir un determinado matiz de tonalidad y no ser capaz de ver el anzuelo y el buruño que hacemos (abdomen y tórax generalmente sobredimensionado y el hackle? Vuelvo al tema del jamón, cualquier imitación nuestra será como una pieza de jamón cocido al lado de un jamón ibérico… a ambos se les llama jamón y una base común (o eso espero) y punto… y sin embargo de vez en cuando echamos mano de una loncha de jamón cocido, porque nos van los ojos a ello...
Y otra pregunta, nos hemos comprado una bobina del mítico 431, y nos estamos encontrando ante una situación de que las truchas están comiendo olivas… pero ¿estamos pescando con un estadio de la mosca adecuado a lo que están comiendo, léase emergente, subimago, imago, spent…? ¿Estamos pescando a la distancia adecuada? ¿Hemos entrado a galope al río moviendo agua, haciendo ruido y espantando todo a cincuenta metros a la redonda? Seguramente prestando atención a lo que nos rodea, actuando y pescando “finamente” lograremos más capturas, porque que yo sepa, enseñando el canutillos de seda donde figura la referencia del color, las truchas no saldrán a verlo sin más. Sí, ya sé que se puede argumentar en mi contra la selectividad de la trucha en ciertos momentos, pero yo me postulo mucho más a favor del indio que de la flecha.

 

La caja de pandora

Así podemos definir lo que pulula por la mesa de montaje y que ya no sé ni qué hacer con ello.
Empecé con los tricos con lo cual me junté con un buen montón de mazos de gallo de León, luego con las efémeras llegaron hilos de seda, rayones, dubbings de todo tipo y color, sintéticos, naturales y rarezas. El otro día me encontré con tiras de Szuannudace que tienen más de una docena de años porque, para ir al Tajo era obligatorio llevar “chochines de peralejos” para al final acabar pescando con hormigas…DSC03215 y ese dubbing milagroso para ninfa que era la bomba… para acabar haciendo perdigones de colorines, y tal como me comentaba el jueves pasado mi amigo Félix esta moda de colorines parece que la pesca se encamina hacia el cubismo.
Luego, plumas de buitre, tinte para teñirlos, acido pícrico, cuando me dedicaba a ser aprendiz de alquimista… para elaborar los tricos con careta de liebre. Miro las cajas de anzuelos, que pululan por la mesa, los hay de todo tipo: grandes, pequeños, forjados sin forjar hasta uno con doble tija en el tórax -me supongo que para hacer ninfas planas- con muerte y sin muerte. En definitiva tantos tipos que no acierto a saber cuál fue el motivo que me impulsó a la compra… las bolas de latón, material que ha sido sustituido por el tungsteno y que ya no utilizamos (y que aún tengo unas cuantas), rayones, sedas, tinseles y materiales que no sé ni para qué utilizarlos.
Al final yo no tengo una caja de montaje, es un museo de materiales olvidados, un cementerio de ilusiones, de esperanzas en tener el Armagedón mosquero…

 

Y la vuelta a los orígenes

Pero es que nos ponemos a pensar y para hacer dos moscas infalibles que para acceder a su ficha de montaje solo nos ha faltado arrodillarnos para que nos dijesen los secretos. Generalmente ni llegaremos a probarlas porque acabamos atando lo conocido, lo que nos funciona, resulta que nos hemos comprado una bolsa de un dubbing que nos daría para hacer quinientas moscas. Resultado, nos queda una bolsa con material para hacer esas cuatrocientas noventa y ocho moscas que no nos acordaremos exactamente cuál era su fórmula de montaje.
Y luego resulta que para pescar siempre cojo más o menos lo mismo, tenemos confianza en las mismas moscas, que generalmente son las de toda la vida, las clásicas, confeccionados con materiales tradicionales: careta de liebre, faisán, culo de pato, gallo de león y algún que otro material más.
Resulta curioso que una de las moscas tremendamente utilizadas, y para mí una revolución en la última década junto a los perdigones, es el bicho, que para su elaboración el material base es una chancla del Carrefour. O el caso de aquella “emergente matadora de ignita” que en los difíciles reos del Llao de Margoyes se salía y que el autor me confesó que el dubbing no me podía decir la marca porque estaba confeccionado con el pelo de una alfombra que encontró en un contenedor. Creo que ya me he cargado la mítica… Los que estáis leyendo habitualmente mi blog habréis podido comprobar asimismo la simplicidad de los materiales utilizados en mis imprescindibles. Rehúyo de sofisticaciones y productos imposibles de conseguir. Afortunadamente, este año he decidido no liarme con los cantos de sirena de nuevos materiales. Hasta ahora sólo he comprado cabezas doradas, anzuelos, lo esencial al fin y al cabo, y como base para montar, unas fibras de faisán y una careta de liebre. Pretendo ir gastando esa ingente cantidad de material, dubings, rayones y otras historias que pueda encontrar por las cajas de material y alrededores, porque ¿hemos probado la estopa de fontanero? Pues tanto quejarnos y tenemos el misticismo delante de nuestras narices.
En resumen, sin los hilos míticos y sin los ultimísimos materiales me parece que el año que viene no voy a pescar nada…
















lunes, 3 de diciembre de 2012

El huertecillo

Mientras espero a que ceben, otro de mis entretenimientos es la micología. Aunque, matizando esta definición, diré que mi entretenimiento es la micofagia. Realmente más que un ansia de conocimiento de los hongos me mueve su recolección para degustarlos. DSC03076
Llevaba tiempo rondándome por la cabeza el interés por las setas. Sopesaba, aunque no era de mi pleno agrado la idea de comprarme una guía para iniciarme un poco en este mundillo. Hasta entonces, lo único que yo era capaz de identificar eran los consabidos boletos que, creo que ya son conocidos de todo el mundo y son más perseguidos que las liebres. Pero, al igual que en la pesca a mosca a la que llegué de la mano de la gente del Club Linea Tensa de Madrid, prefería una asociación o algo similar y así, de repente, surgió en medio de una conversación de bar con un compañero de trabajo la noticia de la existencia de una sociedad micológica aquí en Lugo, a la que acudí y de inmediato me hice socio.
En sus lunes micológicos aprendí los primeros pasos y a diferenciar las especies más comunes, que, mediante preguntas a los expertos, libros, conferencias, cursos y salidas al campo guiadas, me ha permitido ir fijando una serie de hongos comestibles que ya diferencio sin duda alguna, y que me sirven para calmar mi pasión micófaga.
Si queréis más información, en la columna de la derecha de mis webs favoritas disponéis del enlace a la Sociedad Micolóxica Lucus, y no lo dudéis, si algo no os encaja al ciento por ciento, lo principal es que no consumáis el hongo en cuestión, contactar con ellos, amén de grandes entendidos y micófilos, de verdad son buena gente y creo que sabrán responder a vuestras dudas.
Bien, centrándome en mi caso particular, detesto todo aquello que suponga una masificación, llámese apertura de la veda o llámese temporada alta de boletos. He visto escenas que me duelen en el alma, como gente rastrillando pinares en busca de boletos. ¡¡¡pero no se darán cuenta de que lo están estropeando todo!!! Está todo demasiado mercantilizado ya, sujeto a la coyuntura económica que atravesamos o a la codicia de la gente. A mí me gusta todavía aferrarme a un cierto espíritu romántico en mis aficiones, creo que todavía sufro el síndrome de Zalacaín que en mí ha creado el personaje de Pío Baroja. Esto motiva que reniegue de los boletos y me dedique a otras especies y en otras épocas donde el protagonista sean los hongos y yo, sin más gente rebuscando en el monte como locos. Así mis puntos álgidos son los cantharelus cibarius en verano y los cantharellus tubaeformis en esta época, más que nada porque son, a mi entender, los mas sabrosos.
Lo cierto es que he descubierto hace unos años un pequeño rincón, bastante apartado y camuflado entre un zarzal, mi huertecillo, donde en fechas más "lógicas" no hay boletos, pero llegados los primeros fríos es una explosión de tubis, y además, está todo concentrado en no más de 40 m2,DSC03070
Cada año voy y recolecto con esmero, cortando y tratando de pisar lo menos posible y el huertecillo me lo sabe agradecer.
DSC03074La última sorpresa es que me ha dado una buena ración de níscalos este ultimo día que he ido para ver como está este año la cosecha; y apunta a buena. Ya he recogido los primeros para hacerme un rissoto y dejar crecer al resto pues si de alguna manera me gustan los tubis es confitados y luego, cortados muy finos mezclarlos con mascarpone y dispuestos en unos volovanes.
No deja de ser un rincón donde evadirme, donde sentirme bien porque rara vez me deja ir de vacío, donde con mimo y sostenibilidad la naturaleza se me muestra generosa,  y yo entonces me pregunto si no nos estaremos equivocando y le estaremos esquilmando sus recursos en aras de nuestro ego, de llenar cestas aunque luego no disfrutemos de su contenido, de arramplar con lo que sea aunque se nos pudra en casa o permanezca congelado como los mamuts... así que yo prefiero seguir disfrutando y paladeando mi huertecillo, paso a paso, con producto de temporada. De esta forma, fuera del afán recolector boletil, en compañia de Bruma, mientras ella intenta encontrar un rastro de alguna becada, yo me dedico a ir recolectando los maravillosos tubis que generosamente me ofrece el huertecillo, en completa paz. Un lujo, sin duda.





viernes, 23 de noviembre de 2012

Esperando a que no vuelen… muy rápido

Me he permitido cierto juego de palabras con el título del blog para una incursión en otra de mis aficiones: la caza

A mi pesar, y en tono jocoso, tiendo a calificarme como un aceptable pescador “e un pegatiros do carallo”, es decir, que soy un consumado experto en el arte de la caza sin muerte… Bien, pues definición hecha, quisiera reconocer públicamente mi agradecimiento y dar las gracias de todo corazón por sentirme tratado como un marqués cada vez que por allí me llego  y como muestra de cariño, afecto y amistad hacia Carlos, Silvia y Julia, mis amigos de Veiga do Seixo,DSC01067 [640x480] un precioso pueblo encuadrado en el Concello ourensano de Riós (para saber más aquí dejo el enlace en wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Veiga_Do_Seixo).

DSC03049Carlos es un fenómeno,no cabe otra explicación. Compañero de pesca cuando residía en Lugo, lo imposible y las situaciones más surrealistas sin duda era él el protagonista. Pero con una cualidad innata, abrir los ojos y saber qué pasa en cada momento, sea en la caza o en la pesca.

Hace un año, como es criador de Epagneul Bretón (Veiga de Alecrín), le dije que si le sobraba un perro que me lo guardara, y así fue como Bruma vino parar a casa. Pues bien, ayer Bruma volvía a sus raíces.

Me puse en marcha a las siete de la mañana, camino de A Gudiña, con una helada “consistente”, y, por tramos aderezado con una niebla espesa, como el paso por Quiroga, A Rúa y Viana do Bolo. A Bruma el viaje ya se le hacía largo y no encontraba postura cómoda en el asiento trasero del coche… 170 Km y dos horas y veinte minutos llegamos. Un café y para el monte donde vimos trabajar los perros y disfrutamos con el vuelo de dos bandos de perdices… ¡¡¡y de las de verdad, de las que van con prisa!!!.

El cazadero es montaña y más montaña, donde lo más abundante es el monte bajo, término este bastante discutible, ya que al volar el primer bando se nos metieron en la leña y fue imposible volver a dar con ellas a pesar de que los perros se comportaron, montearon bien, pero nos fue imposible, salieron ellas ganando.

DSC03046

 

A Bruma al principio le costó “entablar confianza” con los perros de Carlos pero al final hizo su trabajo, se me desenvolvió bien en el monte, trabajó aunque le faltó la recompensa de dar con el bando. Pero una perra de algo menos de un año que trabaje, que obedezca y que no se me pierda ya lo es todo.

 

 

Seguimos hasta las dos, buscando otras zonas hasta que llegamos a casa a comer, donde he disfrutado de una excelente comida, y más que por la comida en sí,  por la compañía, lo pasé estupendamente. 

Por la tarde cambio de perros por parte de Carlos y batimos una zona donde solamente dimos con unos buenos boletos. Dieron las seis y hubo que volver que quedaba el camino de vuelta. Bruma venía fundida. Aquí si se estiró en el asiento, se puso cómoda y vino adormilada todo el camino.

Lo que viene

Antes de emprender el camino al monte en jornada vespertina, Carlos me ha enseñado los “nuevos”, los que dentro de nada pedirán paso

DSC03056DSC03054

 

DSC03060

¡vaya rato tan divertido me he pasado con los cachorrillos! Si hasta parecía imbuido del espíritu de Disney. Que un cachorro te regale una mirada, es la leche, pero encima estos seis pequeños elementos con ganas de jugar… pues qué queréis que os diga, creo que esta imagen que le he robado a Carlos lo ilustra todo. Entre lo cansado que estaba de subir y bajar monte, y lo que estaba disfrutando con los perrillos, me hubiese quedado allí un par de horas al menos.

Son preciosos, juguetones a más no poder y listos como ellos solos. Había un cachorrillo, quizás el más pequeño, pero vivaracho como un ratoncillo, que sin saber como me robó todos mis mimos. Si tuviese que elegir uno de esa camada para llevármelo no lo dudaría ni un momento. Tenía cara de pillabáncete…

 

 

 

De muestra unos botones

Os dejo unas cuantas fotos para que podáis daros una ligera idea de la belleza del lugar realizadas por un mal fotógrafo (yo en persona) y una cámara corrientucha, que además está pidiendo a gritos la jubilación. He de deciros que hay algunas fotos hechas en el vecino y casi colindante Parque Natural de Matosinhos, ya en Portugal.

Solamente animaros a que visitéis esta zona, bastante desconocida y con una belleza en otoño simplemente impresionante, un pequeño tesoro por descubrir