No me vengáis a toda velocidad a pedirme ni las cañas ni las moscas… no pienso dejar de ir a pescar y tampoco tengo intención de cumplir el título de la entrada. Leer primero mi desvarío.
Me surge esta reflexión después de un par de jornadas empuñando cañas, y no cañas de mosca precisamente, sino cañas de cerveza, y al final se me viene a la cabeza este resumen, en tono jocoso, pero creo que acertado, porque esta tomando el tema de los arcanos en la pesca una deriva que raya el surrealismo, o creo que definido más correctamente, el papanatismo.
Al parecer, y sabiendo que perseguimos una quimera, todos andamos a la procura del bálsamo de fierabrás, la mosca infalible que nos atraiga a los peces aunque se encuentren aposturados en la orilla contraria, el color imprescindible de la seda a poder ser de los míticos para confeccionar una exhubia sin la cual cual los peces no comen, ese material extranjero de nombre impronunciable imposible de conseguir en cualquier tienda que ha llegado de la mano de los competidores y que ha ganado tal campeonato. ¿y si no estoy dispuesto a seguir esa pauta me voy a volver bolo perpetuamente?
Centrando el tema. Las etapas
Tampoco es un tema nuevo, ya que estoy convencido que todos hemos pasado estas fases. Recuerdo que mi primer contacto serio con la pesca a mosca fue en el Club Línea Tensa de Madrid. Organizaban un cursillo de montaje que lo impartía un socio que en aquellos momentos tenía una tienda de pesca en dicha ciudad. Recuerdo que me marché con 25.000 Pesetas de las del antes del euro dispuesto a hacerme con todo el material de montaje necesario para aprender a confeccionar moscas. Afortunadamente, resultó ser pescador y colega antes que tendero, y sólo me vendió un torno, un anudador, dos bobinas de hilo de montaje, un portabobinas y una caja de anzuelos. Material más que suficiente para aprender. Si hubiese querido ser un aprovechado, me hubiese colocado lo que tenía a mano y algo más. Proseguí con un ansia de tener todo lo que hiciese falta. Se hicieron habituales las escapadas a su tienda a la par que iba confeccionando moscas distintas y necesitaba nuevos materiales. Tal mosca necesitaba tal material y se compraba, y por si acaso lo parecido. Y de comenzar con una bolsa, tuve que pasar a una caja de herramientas y luego a cajones…
Con la siguiente fase me entró la fiebre del conocimiento. Mis fuentes de información fueron las revistas Trofeo Pesca, Solo Pesca y Federpesca (Dánica vino más tarde) empezaron a aparecer referencias de Gutterman, que luego tendremos unas líneas para ello, que intentamos seguir las fichas de montaje a pies juntillas. Surgió Luego los foros de pesca, las tertulias de Trofeo Pesca y luego Conmosca y aquí sí que ya se nos vino encima la mundial. Se empezó a cruzar información de todo tipo, creando nuevas expectativas… se comenzó la búsqueda del grial de la pesca, que, creo que a lo único que nos ha conducido es a tener los cajones atiborrados de material que en la vida van a llegar al río… y lo malo es que aún seguimos comprando en busca de este mito de la infalibilidad. Me atrevería a decir que este ha sido el común denominador del 99% de los pescadores a mosca; la fiebre consumista de todo tipo de materiales hasta gastar sin darnos cuenta un buen dinero que, con total seguridad, tengamos parado sin darle uso alguno.
Los manidos míticos
Quizás fue lo primero que empecé a oír, y la verdad no sé si por suerte o por desgracia no le he prestado atención.
La desgracia fue que cuando empecé en esto de la mosca allá en los esténtores de la década de los noventa, en Madrid que era donde vivía, todavía moviéndose un poco y explorando mercerías aún era posible encontrar buenos hilos de los gütterman “firts class”.
Pero en mí se produjo la reacción contraria. Perdí el interés en encontrarlos lo mismo que pierdo el interés en un juego cuando lo logro superar una fase del mismo… lo dejo. Al leer cualquier artículo sobre montaje de moscas aparecían referencias como 603 y números como 300, 431, 900… que no encontraba por ninguna parte y desistí de encontrarlos e intenté sustitutos. No estoy dispuesto a creer que para matar el hambre sea obligatorio comerse siempre unas lonchas de jamón Sánchez Romero, que sin duda, serán muy apetecibles, pero igual un bocata de jamón Eroski blanco nos sacia el hambre. Pues esa es mi teoría. Lo ideal sería el 431, como no lo tengo, tendré que apañarme con lo que encuentre.
Luego la llamada “guttermanía” ha alcanzado unos niveles especulativos que me recuerdan más a la burbuja inmobiliaria que ha desembocado en lo que ahora mismo estamos padeciendo que a un tema piscatorio. Creo que ya no queda una mercería o un sitio que haya tenido hilos sin mirar en toda España y alrededores. Puedo entender lo de la oferta y lo de la demanda, pero, pagar 150 euros por una bobina para hacer moscas yo no estoy dispuesto a ello. Otra cosa será el coleccionista que busque una pieza en concreto para completar la colección pero eso no es pesca.
Me comentaba un amigo que al final de la temporada en León vieron a un pescador y decidieron ver como pescaba y como se enfrentaba a una eclosión, porque “esa pescador tenía los hilos” Al final me comentó que no había sido muy productivo por otras causas, pero yo me cuestiono lo siguiente: ¿Es una trucha capaz de discernir un determinado matiz de tonalidad y no ser capaz de ver el anzuelo y el buruño que hacemos (abdomen y tórax generalmente sobredimensionado y el hackle? Vuelvo al tema del jamón, cualquier imitación nuestra será como una pieza de jamón cocido al lado de un jamón ibérico… a ambos se les llama jamón y una base común (o eso espero) y punto… y sin embargo de vez en cuando echamos mano de una loncha de jamón cocido, porque nos van los ojos a ello...
Y otra pregunta, nos hemos comprado una bobina del mítico 431, y nos estamos encontrando ante una situación de que las truchas están comiendo olivas… pero ¿estamos pescando con un estadio de la mosca adecuado a lo que están comiendo, léase emergente, subimago, imago, spent…? ¿Estamos pescando a la distancia adecuada? ¿Hemos entrado a galope al río moviendo agua, haciendo ruido y espantando todo a cincuenta metros a la redonda? Seguramente prestando atención a lo que nos rodea, actuando y pescando “finamente” lograremos más capturas, porque que yo sepa, enseñando el canutillos de seda donde figura la referencia del color, las truchas no saldrán a verlo sin más. Sí, ya sé que se puede argumentar en mi contra la selectividad de la trucha en ciertos momentos, pero yo me postulo mucho más a favor del indio que de la flecha.
La caja de pandora
Así podemos definir lo que pulula por la mesa de montaje y que ya no sé ni qué hacer con ello.
Empecé con los tricos con lo cual me junté con un buen montón de mazos de gallo de León, luego con las efémeras llegaron hilos de seda, rayones, dubbings de todo tipo y color, sintéticos, naturales y rarezas. El otro día me encontré con tiras de Szuannudace que tienen más de una docena de años porque, para ir al Tajo era obligatorio llevar “chochines de peralejos” para al final acabar pescando con hormigas… y ese dubbing milagroso para ninfa que era la bomba… para acabar haciendo perdigones de colorines, y tal como me comentaba el jueves pasado mi amigo Félix esta moda de colorines parece que la pesca se encamina hacia el cubismo.
Luego, plumas de buitre, tinte para teñirlos, acido pícrico, cuando me dedicaba a ser aprendiz de alquimista… para elaborar los tricos con careta de liebre. Miro las cajas de anzuelos, que pululan por la mesa, los hay de todo tipo: grandes, pequeños, forjados sin forjar hasta uno con doble tija en el tórax -me supongo que para hacer ninfas planas- con muerte y sin muerte. En definitiva tantos tipos que no acierto a saber cuál fue el motivo que me impulsó a la compra… las bolas de latón, material que ha sido sustituido por el tungsteno y que ya no utilizamos (y que aún tengo unas cuantas), rayones, sedas, tinseles y materiales que no sé ni para qué utilizarlos.
Al final yo no tengo una caja de montaje, es un museo de materiales olvidados, un cementerio de ilusiones, de esperanzas en tener el Armagedón mosquero…
Y la vuelta a los orígenes
Pero es que nos ponemos a pensar y para hacer dos moscas infalibles que para acceder a su ficha de montaje solo nos ha faltado arrodillarnos para que nos dijesen los secretos. Generalmente ni llegaremos a probarlas porque acabamos atando lo conocido, lo que nos funciona, resulta que nos hemos comprado una bolsa de un dubbing que nos daría para hacer quinientas moscas. Resultado, nos queda una bolsa con material para hacer esas cuatrocientas noventa y ocho moscas que no nos acordaremos exactamente cuál era su fórmula de montaje.
Y luego resulta que para pescar siempre cojo más o menos lo mismo, tenemos confianza en las mismas moscas, que generalmente son las de toda la vida, las clásicas, confeccionados con materiales tradicionales: careta de liebre, faisán, culo de pato, gallo de león y algún que otro material más.
Resulta curioso que una de las moscas tremendamente utilizadas, y para mí una revolución en la última década junto a los perdigones, es el bicho, que para su elaboración el material base es una chancla del Carrefour. O el caso de aquella “emergente matadora de ignita” que en los difíciles reos del Llao de Margoyes se salía y que el autor me confesó que el dubbing no me podía decir la marca porque estaba confeccionado con el pelo de una alfombra que encontró en un contenedor. Creo que ya me he cargado la mítica… Los que estáis leyendo habitualmente mi blog habréis podido comprobar asimismo la simplicidad de los materiales utilizados en mis imprescindibles. Rehúyo de sofisticaciones y productos imposibles de conseguir. Afortunadamente, este año he decidido no liarme con los cantos de sirena de nuevos materiales. Hasta ahora sólo he comprado cabezas doradas, anzuelos, lo esencial al fin y al cabo, y como base para montar, unas fibras de faisán y una careta de liebre. Pretendo ir gastando esa ingente cantidad de material, dubings, rayones y otras historias que pueda encontrar por las cajas de material y alrededores, porque ¿hemos probado la estopa de fontanero? Pues tanto quejarnos y tenemos el misticismo delante de nuestras narices.
En resumen, sin los hilos míticos y sin los ultimísimos materiales me parece que el año que viene no voy a pescar nada…
Muy bueno y muy currado el blog jose.Felicidades
ResponderEliminarMuchas gracias Manu. No es trabajo el blog, se va haciendo poco a poco y cuando se puede. Me alegro de que te guste e ir compartiendo mis divagaciones. Un saludo
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