Aunque en la entrada anterior la loaba, todo cansa y ya andaba un tanto harto de la mioca. Lo de rememorar los orígenes está bien, pero a mi ya me empezaba a aburrir esta técnica. Cuando ya la he utilizado y pescado con ella unos cuantos días, ya no me motiva tanto ni me empuja cara al río, me resulta repetitiva ya en su conjunto. Es por ello que dos tardes que sí podía ir hasta el río, una la dediqué a una sesión de montaje, y otra a otro tipo de cañas. Además para acabar de rizar el rizo el sábado pasado partí mi caña “tuneada a mi manera” y tuve que pescar estos días con una de acción “bolognese” que, para mi significa que dobla como un chicle y no me encuentro cómodo pescando con ella . Decididamente no me gusta en acción de pesca.
El caso es que una semana con el anticiclón puesto y con un sol primaveral que atempera el ambiente, hace explotar un esplendor primaveral en plantas y animales, engalanando ya los cauces con los vuelos de efémeras y tricópteros. Hizo asimismo que los ríos bajasen el caudal que días atrás acariciaba el borde de las tierras aledañas al río; que aclararan las aguas y que empezaran a dibujarse en el cauce posturas donde es probable que una trucha esté aposturada a la espera de una ninfa para llevarse a la boca. Ya se dejan pescar, no con comodidad, pero sí se puede…
Aprovechando que mi familia tenía compromisos a primera hora de la tarde, comimos temprano lo que me permitió llegar al río sobre las tres y media… y estaba alto pero bonito, y ya sin las polarizadas se veían los cantos rodados. Hoy era día de pescar a mosca. Hoy no era como en marzo que con río muy alto puse las ninfas por obligación con nulo resultado. Nada más ponerme el vadeador, el mismo de días atrás, la sensación era diferente; hoy soy mosquero.
Había otro motivo un poco especial… hace una semana me llegó una Flextec Streamtec 10’ de línea cuatro, –no, no es aquella que le dediqué un articulo anteriormente, esa es línea tres- conseguida bastante barata en una subasta en Ebay. Tenía también ganas de testar su comportamiento. Y las moscas, hechas con tanto mimo y rellenas de esperanza; de comprobar sí el peso de la bola era el correcto o no, en definitiva, la sensación de primer día de colegio, pero de cuando deseamos reencontrarnos con los amigos, de comenzar.
Y para el río ya
Tanta ansia que una vez cambiado, até tres ninfas, abajo la negra en un 14, una pheasant tail en un 16 y un palmo mas arriba una gasolina en un 18, y al primer lance aguas arriba… clavo una truchuca de unos 15 cm, que sale volando y se pierde a unos escasos dos metros de donde tengo los pies. En la misma postura revuelco otra y tengo dos picadas más. Primera sensación de la caña, es más blanda que la Xp pero se defiende de sobra con las tres ninfas, las pongo donde quiero. Eso sí, le cuesta más despegar las truchas que la referida Xp.
Lo malo de encontrarnos en un tramo de río que no conozco es que he tenido que bajar caminando y buscando posturas. Lo positivo, el tramo en cuestión está circunvalado por un paseo con lo cual, el caminar río abajo observando dónde podía pescar lo hice con una tremenda comodidad. No era un chalkstream pero es muy fácil acceder a las distintas zonas de pesca. Como siempre y después de pescar un pozo del que obtengo varias picadas sin captura, voy viendo que para variar, no es que tenga mejor pinta la orilla contraria, es que por la que voy no se puede pescar. Encuentro un puente y cruzo y comienzo a subir, despacio, dejando derivar las ninfas hasta las ventanas que se abren en el cauce que nos indican que la velocidad del agua amaina en ese punto. Y ahí es donde voy obteniendo las picadas y las capturas, no son de gran tamaño, pero sí me sirven para comprobar que la caña sujeta bien los peces. Flexiona lo justo y los mantiene bien. Mantuve dos peces contra la corriente jugando con ellos y aún haciendo las cosas mal adrede no perdí las piezas.
Y el céntimo que nos faltaba para el euro
El tramo en cuestión tiene un pero, que tiene una fantástica cobertura de móvil a pesar de ser casi una garganta. Suena el móvil, atiendo la llamada y al retornar al río me quedo corto con lo que necesito un metro más allá las ninfas para llegar a la postura, me recoloco, me resbala el pie que se va hacia el centro del río y culada. ¡ya está! ¡ya nos ha bautizado la temporada! Primera caída al río. No ha sido mucho. Me pongo en pie rápidamente, pero es como un premio de la tómbola, sabes que algo te ha tocado pero no sabes todavía si es mucho o poco. Unos segundos más tarde comienzo a sentir esa sensación nada placentera del agua cabalgando en pos de los calcetines, deteniéndose un momento ante el cinturón para a continuación atacar por los flancos, afectando de soslayo ciertas partes pudorosas y la prenda que las cobija, y que por ende hará incómodo el caminar. Mientras el grueso de la intrusión acuática a lo suyo, conquistando sin remedio los calcetines.
Pues de mojados… al río de nuevo. Estoy cerca del coche y quedan unas cuantas posturas, que alguna trucha más va saliendo aunque de pequeño tamaño, entre ellas el “monstruo” de la imagen, que casi es mas grande la ninfa del 14 que la captura..
Al final buena tarde de pesca, reencuentro con esa esencia de mosquero, con muchas sensaciones, buenas y malas, de ir cogiendo el tiento, de nuestra sapiencia que ha vuelto para crecer un poco más esta temporada . Sólo resta otra faceta, que mañana acudirá a su cita, la pesca en compañia de los colegas, con comentario de los lances, de chanzas de ver pescar al amigo y el ansia de no ser menos que mi compañero.
Pero lo importante es que ya si se puede… pescar a mosca
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