Domingo 17. Apertura
Llegó la apertura, excelente día en que los más satisfechos son los médicos por la cantidad de colesterol que se quema. Y no solo de andar por la orilla del río, yo más bien diría que por las carreras sin ton ni son en busca de la “postura”, entendiendo por “postura” lo mismo que la mosca “infalible”, perseguir sombras. Es alucinante ver tramos como el Miño a su paso por Lugo que semeja el remonte de los salmones en Alaska, no por la cantidad de peces, sino que casi los pescadores están codo con codo, ríos que jamás le he visto un coche en sus orillas apenas tenían plaza de aparcamiento libres.
Para mí, la apertura cada vez me recuerda más al sorteo de navidad de la lotería, mucha ilusión, pocos premios, alguna pedrea y en general, desencanto y volver con cara de tonto a casa.
Este año, comprobado mi poco apego al “acontecimiento, decidí un primer día un tanto peculiar, pues una liada de un compañero de trabajo que me convenció logró que acabásemos cinco colegas en un intensivo… ¡pero cazando! Buen día, paisaje espectacular y la Bruma por fin detrás de lo que tiene que andar. Al final yo reventado y ella a lo suyo, es chiquita ¡pero vaya motor tiene, no para! Me lo pasé bien, que es lo que cuenta y llegue satisfecho del comportamiento de la perra.
Martes 19. Un día de furia
Primer día de pesca, y lugar elegido el coto de Frollais en el Río Oribio.
Para variar no madrugo, es uno de los motivos por los que me encanta la pesca a mosca, salvo que intentes pescar con esa mosca que yo nunca la he visto que llaman caenis, no es necesario grandes madrugones para entretenerte con las truchas. Volvamos a lo nuestro. Los primeros días como suele haber bastante gente por los ríos no me gusta meterme a vadear, además el agua está fría y mi catarro aún persiste y se ha hecho fuerte, tal es entonces que cojo mi caña de mioca y comienzo a pescar.
No tardo mucho en tener los primeros toques y pronto sale la primera, pero las paso canutas para echarla a tierra. Mi caña, una Shimano Catana TE 5 mt, dobla tanto que resulta imposible remontar los peces, es un chicle, sin duda la peor caña de cebo que he tenido. Sigo con picadas que se producen en la vena del agua, y fallando mucho por la acción de la caña. Hasta llegar a una vena donde clavo una trucha de unos trescientos gramos, que se descuelga y soy incapaz de remontarla a través de la corriente, dobla la caña y dobla más. En uno de estos “descuelgues” de la caña, la trucha se va. E hice lo que tenía que haber hecho mucho tiempo atrás; con todo mi alma aporreé la caña contra un árbol de la orilla hasta hacerla añicos, el trozo más grande fue la empuñadura que, aún así quedó totalmente destrozada. Quité el portacarretes y dos anillas ya que el puntero y varios tramos no sé donde fueron a parar, y para casa. Y a pesar de que suene raro, me marché del río con la sensación de labor realizada.
Miércoles 20. El primer bolo
Después de convencerle y de facilitarle muchos argumentos que ni yo mismo me creía, en compañía de mi padre nos fuimos al coto de Ronfe , tramo bajo del Oribio, aquí ya con el nombre de Río Sarria. Cosa que por otro lado jamás he entendido eso de cambiarle el nombre al río sin otro motivo que el atravesar la susodicha población de Sarria.
Como el día anterior me había cargado la caña de cebo, y la celebración del patrón me había tenido liado, no pude acabar de arreglar una caña de repuesto, por lo que monté la caña de ninfa y para el río… que iba henchido de agua, mucho tiro y pocas posturas para la ninfa. Resultado, el esperado, primer bolo del año.
Por cierto, ¡qué complicado está comprar una caña de cebo de cinco metros y que no baje de los cien euros! ¿no estábamos en crisis?. Y si encima cumpliesen su cometido con eficiencia, pero la acción no me gusta nada, nada. Al final, Santa internet bendita, cuarenta euros en una conocida tienda on-line en su sección de outlet.
Jueves. Novillos
Me llaman por la tarde para ir de pesca. Prefiero dar un paseo con Bruma, no me apetece nada ir hoy a pescar, vadear, mojarme, pasar frío ¿estoy ya mayor?. Al menos Bruma se vuelve contenta.
Viernes. Luces y sombras
Bueno, al final he tuneado una caña vieja y vamos a probarla.
Coto de Pobra en el Neira, mucha, mucha agua, y me cuesta dar con los peces, están lejos y es necesario lanzar los minúsculos plomos y la lombriz tan lejos como me es posible, buscando la vena central del agua. Clavo dos, una de ellas una buena trucha de cuarenta y muchos, y con el lomo con dos cicatrices de un cormorán o una garza, pena que se me haya olvidado la cámara de fotos en casa para mostrar la herida. Estos bichos si ya se atreven hasta con las grandes que no harán con las pequeñas. Para mi la decisión era fácil, declararlas especies cinegéticas y listo.
Consigo otra pieza de igual porte, y mira, la caña “made in en casa” la ha sujetado, remontado bastante bien. La pena que no haya destrozado la maldita Shimano dos temporadas antes.
Por la tarde regreso con mi padre, pero el Neira es mucho Neira, vira el aire a nordés, y comienza a bajar el nivel del río… y las truchas, como por arte de magia, desaparecen. Una picada y para casa.
Sábado. De sorpresa en sorpresa
Después de años ha ocurrido el milagro ¡la guardería me ha pedido la documentación!. Pues trato de hacer memoria de cuando había sido requerido anteriormente, y dejando aparte los cotos de salmón, me sale mínimo, mínimo ocho años. Y ocho años visitando cotos tradicionales, sin muerte, de reo, etc., etc.. me lleva a pensar que no es que la guardería sea escasa, es testimonial. Como contrapunto negativo, había junto a mi coche aparcados otros cuatro vehículos. Me preguntaron si había visto a alguien más, les dije que no y, acto seguido, pensé que se dirigirían al tramo libre a controlar, pero qué va, se subieron al coche y continuaron por la carretera. Es decir, el “peligro” está en los puentes o dónde llegue el coche, en medio del río impera la ley de la selva.
En cuanto a pesca, muy buena mañana con muchas picadas y buenas capturas. Es de esos días que te produce el rato de pesca un hartazgo similar a una opípara comida, no apetece repetir por la tarde, no vaya a ser que por egoísmo lo que fue un buen día de pesca acabe con una sensación de desasosiego si vienen mal dadas. Además dicen que nunca segundas partes fueron buenas. Ahora queda que mejore un poco el nivel de agua y podamos empezar a mosca ya.
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