Comenzó la temporada, los ríos van llenos de agua como hacía años que no los había visto. Hoy sin ir más lejos apenas pude pescar porque el río iba anegando las riberas. Luce el verde de los prados de manera espectacular y la lluvia, ora unas gotas ora un chaparrón ponen telón a un fondo de nubes oscuras que cubren el cielo…
Y nubes más oscuras se ciernen sobre la pesca aquí en Galicia. Yo ya he perdido toda esperanza con respecto al futuro que nos aguarda. Mi pálpito no puede ser más pesimista, en dos lustros no vamos a tener ni un pez que llevarnos al anzuelo. Y los hechos van corroborando mis peores augurios.
Somos unos 2.800.000 habitantes en Galicia y hay expedidas unas 60.000 licencias, es decir nuestro colectivo representa el 2,15% de la población. Somos una minoría, y una minoría que tampoco constituimos ningún lobby que pueda presionar a la administración, que a mi modesto entender creo que existe un status quo de dar lo que pidan y que no alborotemos más de la cuenta. Esto conlleva a una cierta posición de inmovilismo, de hacer lo mismo desde décadas atrás, de prácticamente calcar las normas desde hace años.
Y luego como cada uno de los 60000 somos los mejores pescando, y tratamos de llevarnos a casa absolutamente todo lo que se mueva en el río. Los últimos ejemplos ha sido la noticia de una “trucha” especial, aquí tenéis el enlace a la noticia trucha en Mondariz publicada en Faro de Vigo. Bien, luego el pescador va y se anuncia en una web de compra venta pidiendo 300 euros por el pez, con el siguiente resultado, el salmón ha sido decomisado (http://www.lavozdegalicia.es). Pues bien, por las redes circulan dos fotos de dos zancados más, aunque no han sido tan explícitos, y nada se va a poder hacer, salvo lamentar la captura de dos zancados.
Esto demuestra o bien la ignorancia del colectivo de pescadores, que lo de las normas parece ser que están redactadas para que la Xunta edite el libro famoso a principio de temporada, no para leerlas y menos para cumplirlas, o por contra, que llevamos el furtivismo grabado a fuego en nuestro ADN. Eso o decir que nuestra cultura medioambiental está bajo mínimos
He escuchado muchas veces cantar las alabanzas de ese fantástico pescador que ha cogido tres o cuatro cupos, de pescatas de truchas que no dan la medida pero que “son las que mejor saben”, de pesca en vedados o sin muertes, incluso niños de corta edad en los sin muerte con una cucharilla y la cesta, ya preparándose a conciencia desde la mas tierna edad. Y lo malo es que esos “personajes” son vistos como héroes cuando lo proclaman a los cuatro vientos desde el púlpito de la barra de la taberna del lugar. Me recuerda en cierta forma, lo que no hace mucho tiempo ocurría con los pirómanos, hasta caían simpáticos. Hoy en día, afortunadamente, un pirómano se le ve como lo que realmente es, un vulgar delincuente. Pues bien, esa figura a día de hoy no existe en la pesca. El que cumple las normas resulta que es el tonto de la película. No hace mucho me contaba un conocido que había cogido veinte truchas cuando el cupo era ocho. Ante mi reproche a su acción se me justificó diciendo “hombre, sí me he pasado del cupo, pero eso se compensa con los días que no llego al cupo”. Encima en vez de buscar el reto, son pescadores de fortuna…
Y ante esto, ¿le veo solución? pues… sinceramente no. A mi entender mientras no tomemos conciencia de que estamos expoliando un recurso, de que nos estamos cargando algo que va a ser irrecuperable, no haremos nada. Y aquí cargo las tintas sobre la Administración, como el colectivo de pescadores no somos capaces de autorregularnos, tendrían que ser los poderes públicos los que regulen y de manera restrictiva. No es de recibo que tengamos en general el cupo más elevado de España (10 truchas) y de unos míseros 19 cm. Aquí es donde algunos me dirán que las truchas en Galicia no crecen mucho ¡claro, si no las dejamos que lo hagan! las capturamos con 19 cm y menos. A mi entender, el cupo debería ser mucho más restrictivo y la talla mínima elevada. Luego debería prevalecer la especie más amenazada. Si en un río hay salmón, no se debería abrir la trucha hasta asegurarnos que hayan bajado todos los zancados,
Pero podemos tener una regulación fluvial excelente, que por lo general no la cumpliremos. Para eso debería la guardería fluvial, Seprona y Policía autonómica intensificar la vigilancia y aplicar una política de tolerancia cero, del que la haga que la pague, te llevas una trucha sin medida, págala, te has pasado del cupo, paga. Lograríamos además saber que “andan cabrones” y nos llevaría inconscientemente a limitar nuestro instinto depredador por miedo a que nos pillen, a modo de ejemplo lo de la Dirección General de Tráfico; Radares, controles de alcoholemia, etc., ha hecho que moderemos muy mucho la velocidad y que ya no bebamos si vamos a conducir. Algo así pido yo para los ríos. Me llegaron rumores de que en cierto puesto de la Guardia Civil ha llegado un sargento nuevo, que es pescador, que ha avisado que va a vigilar en serio el río y que iba a ser duro… pues hasta los espabilados que moran a bastante distancia de este punto andan con la mosca detrás de la oreja y este año aún no han asomado el morro por allí, y eso todo obra de Radio Macuto
Por último, un palo a las Asociaciones de pescadores, que salvo honrosísimas excepciones que se pueden contar con los dedos de una mano, solamente buscan una concesión administrativa y hacerse con cuantos más cotos mejor y que, ajenos a la “sociedad” vengan a pescar cuantos menos pescadores foráneos mejor, para que podamos hacernos nosotros con los permisos (y por ende machacar y aniquilar nosotros, los de la sociedad el coto que tenemos concertado). Ni hacen por lo general una labor educativa, ni ante estos personajes tienen el cuajo suficiente para expulsarles de socios, ante el incumplimiento de uno de sus miembros de las normas que regulan la pesca.
Este es mi punto de vista. Apocalíptico puede parecer, pero lo siento así. Mi pregunta es cómo haré para enseñarle a pescar a mi sobrina que ahora tiene tres añitos. No le auguro mucho futuro como pescadora.