jueves, 28 de marzo de 2013

Cuesta abajo y sin frenos

Comenzó la temporada, los ríos van llenos de agua como hacía años que no los había visto. Hoy sin ir más lejos apenas pude pescar porque el río iba anegando las riberas. Luce el verde de los prados de manera espectacular y la lluvia, ora unas gotas ora un chaparrón ponen telón a un fondo de nubes oscuras que cubren el cielo…

DSC03280Y nubes más oscuras se ciernen sobre la pesca aquí en Galicia. Yo ya he perdido toda esperanza con respecto al futuro que nos aguarda. Mi pálpito no puede ser más pesimista, en dos lustros no vamos a tener ni un pez que llevarnos al anzuelo. Y los hechos van corroborando mis peores augurios.

Somos unos 2.800.000 habitantes en Galicia y hay expedidas unas 60.000 licencias, es decir nuestro colectivo representa el 2,15% de la población. Somos una minoría, y una minoría que tampoco constituimos ningún lobby que pueda presionar a la administración, que a mi modesto entender creo que existe un status quo de dar lo que pidan y que no alborotemos más de la cuenta. Esto conlleva a una cierta posición de inmovilismo, de hacer lo mismo desde décadas atrás, de prácticamente calcar las normas desde hace años.

Y luego como cada uno de los 60000 somos los mejores pescando, y tratamos de llevarnos a casa absolutamente todo lo que se mueva en el río. Los últimos ejemplos ha sido la noticia de una “trucha” especial, aquí tenéis el enlace a la noticia trucha en Mondariz publicada en  Faro de Vigo. Bien, luego el pescador va y se anuncia en una web de compra venta pidiendo 300 euros por el pez, con el siguiente resultado, el salmón ha sido decomisado (http://www.lavozdegalicia.es). Pues bien, por las redes circulan dos fotos de dos zancados más, aunque no han sido tan explícitos, y nada se va a poder hacer, salvo lamentar la captura de dos zancados.

Esto demuestra o bien la ignorancia del colectivo de pescadores, que lo de las normas parece ser que están redactadas para que la Xunta edite el libro famoso a principio de temporada, no para leerlas y menos para cumplirlas, o por contra, que llevamos el furtivismo grabado a fuego en nuestro ADN. Eso o decir que nuestra cultura medioambiental está bajo mínimos

He escuchado muchas veces cantar las alabanzas de ese fantástico pescador que ha cogido tres o cuatro cupos, de pescatas de truchas que no dan la medida pero que “son las que mejor saben”, de pesca en vedados o sin muertes, incluso niños de corta edad en los sin muerte con una cucharilla y la cesta, ya preparándose a conciencia desde la mas tierna edad. Y lo malo es que esos “personajes” son vistos como héroes cuando lo proclaman a los cuatro vientos desde el púlpito de la barra de la taberna del lugar. Me recuerda en cierta forma, lo que no hace mucho tiempo ocurría con los pirómanos, hasta caían simpáticos. Hoy en día, afortunadamente, un pirómano se le ve como lo que realmente es, un vulgar delincuente. Pues bien, esa figura a día de hoy no existe en la pesca. El que cumple las normas resulta que es el tonto de la película. No hace mucho me contaba un conocido que había cogido veinte truchas cuando el cupo era ocho. Ante mi reproche a su acción se me justificó diciendo “hombre, sí me he pasado del cupo, pero eso se compensa con los días que no llego al cupo”. Encima en vez de buscar el reto, son pescadores de fortuna…

Y ante esto, ¿le veo solución? pues… sinceramente no. A mi entender mientras no tomemos conciencia de que estamos expoliando un recurso, de que nos estamos cargando algo que va a ser irrecuperable, no haremos nada. Y aquí cargo las tintas sobre la Administración, como el colectivo de pescadores no somos capaces de autorregularnos, tendrían que ser los poderes públicos los que regulen y de manera restrictiva. No es de recibo que tengamos en general el cupo más elevado de España (10 truchas) y de unos míseros 19 cm. Aquí es donde algunos me dirán que las truchas en Galicia no crecen mucho ¡claro, si no las dejamos que lo hagan! las capturamos con 19 cm y menos. A mi entender, el cupo debería ser mucho más restrictivo y la talla mínima elevada. Luego debería prevalecer la especie más amenazada. Si en un río hay salmón, no se debería abrir la trucha hasta asegurarnos que hayan bajado todos los zancados,

Pero podemos tener una regulación fluvial excelente, que por lo general no la cumpliremos. Para eso debería la guardería fluvial, Seprona y Policía autonómica intensificar la vigilancia y aplicar una política de tolerancia cero, del que la haga que la pague, te llevas una trucha sin medida, págala, te has pasado del cupo, paga. Lograríamos además saber que “andan cabrones” y nos llevaría inconscientemente a limitar nuestro instinto depredador por miedo a que nos pillen, a modo de ejemplo lo de la Dirección General de Tráfico; Radares, controles de alcoholemia, etc., ha hecho que moderemos muy mucho la velocidad y que ya no bebamos si vamos a conducir. Algo así pido yo para los ríos. Me llegaron rumores de que en cierto puesto de la Guardia Civil ha llegado un sargento nuevo, que es pescador, que ha avisado que va a vigilar en serio el río y que iba a ser duro… pues hasta los espabilados que moran a bastante distancia de este punto andan con la mosca detrás de la oreja y este año aún no han asomado el morro por allí, y eso todo obra de Radio Macuto

Por último, un palo a las Asociaciones de pescadores, que salvo honrosísimas excepciones que se pueden contar con los dedos de una mano, solamente buscan una concesión administrativa y hacerse con cuantos más cotos mejor y que, ajenos a la “sociedad” vengan a pescar cuantos menos pescadores foráneos mejor, para que podamos hacernos nosotros con los permisos (y por ende machacar y aniquilar nosotros, los de la sociedad el coto que tenemos concertado). Ni hacen por lo general una labor educativa, ni ante estos personajes tienen el cuajo suficiente para expulsarles de socios, ante el incumplimiento de uno de sus miembros de las normas que regulan la pesca.

Este es mi punto de vista. Apocalíptico puede parecer, pero lo siento así. Mi pregunta es cómo haré para enseñarle a pescar a mi sobrina que ahora tiene tres añitos. No le auguro mucho futuro como pescadora.

domingo, 24 de marzo de 2013

Una semana de pesca

 

Domingo 17. Apertura

Llegó la apertura, excelente día en que los más satisfechos son los médicos por la cantidad de colesterol que se quema. Y no solo de andar por la orilla del río, yo más bien diría que por las carreras sin ton ni son en busca de la “postura”, entendiendo por “postura” lo mismo que la mosca “infalible”, perseguir sombras. Es alucinante ver tramos como el Miño a su paso por Lugo que semeja el remonte de los salmones en Alaska, no por la cantidad de peces, sino que casi los pescadores están codo con codo, ríos que jamás le he visto un coche en sus orillas apenas tenían plaza de aparcamiento libres.
Para mí, la apertura cada vez me recuerda más al sorteo de navidad de la lotería, mucha ilusión, pocos premios, alguna pedrea y en general, desencanto y volver con cara de tonto a casa.
DSC03264Este año, comprobado mi poco apego al “acontecimiento, decidí un primer día un tanto peculiar, pues una liada de un compañero de trabajo que me convenció logró que acabásemos cinco colegas en un intensivo… ¡pero cazando! Buen día, paisaje espectacular y la Bruma por fin detrás de lo que tiene que andar. Al final yo reventado y ella a lo suyo, es chiquita ¡pero vaya motor tiene, no para! Me lo pasé bien, que es lo que cuenta y llegue satisfecho del comportamiento de la perra.

Martes 19. Un día de furia

Primer día de pesca, y lugar elegido el coto de Frollais en el Río Oribio.
Para variar no madrugo, es uno de los motivos por los que me encanta la pesca a mosca, salvo que intentes pescar con esa mosca que yo nunca la he visto que llaman caenis, no es necesario grandes madrugones para entretenerte con las truchas. Volvamos a lo nuestro. Los primeros días como suele haber bastante gente por los ríos no me gusta meterme a vadear, además el agua está fría y mi catarro aún persiste y se ha hecho fuerte, tal es entonces que cojo mi caña de mioca y comienzo a pescar.
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No tardo mucho en tener los primeros toques y pronto sale la primera, pero las paso canutas para echarla a tierra. Mi caña, una Shimano Catana TE 5 mt, dobla tanto que resulta imposible remontar los peces, es un chicle, sin duda la peor caña de cebo que he tenido. Sigo con picadas que se producen en la vena del agua, y fallando mucho por la acción de la caña. Hasta llegar a una vena donde clavo una trucha de unos trescientos gramos, que se descuelga y soy incapaz de remontarla a través de la corriente, dobla la caña y dobla más. En uno de estos “descuelgues” de la caña, la trucha se va. E hice lo que tenía que haber hecho mucho tiempo atrás; con todo mi alma aporreé la caña contra un árbol de la orilla hasta hacerla añicos, el trozo más grande fue la empuñadura que, aún así quedó totalmente destrozada. Quité el portacarretes y dos anillas ya que el puntero y varios tramos no sé donde fueron a parar, y para casa. Y a pesar de que suene raro, me marché del río con la sensación de labor realizada.

Miércoles 20. El primer bolo

Después de convencerle y de facilitarle muchos argumentos que ni yo mismo me creía, en compañía de mi padre nos fuimos al coto de Ronfe , tramo bajo del Oribio, aquí ya con el nombre de Río Sarria. Cosa que por otro lado jamás he entendido eso de cambiarle el nombre al río sin otro motivo que el atravesar la susodicha población de Sarria.
Como el día anterior me había cargado la caña de cebo, y la celebración del patrón me había tenido liado, no pude acabar de arreglar una caña de repuesto, por lo que monté la caña de ninfa y para el río… que iba henchido de agua, mucho tiro y pocas posturas para la ninfa. Resultado, el esperado, primer bolo del año.
Por cierto, ¡qué complicado está comprar una caña de cebo de cinco metros y que no baje de los cien euros! ¿no estábamos en crisis?. Y si encima cumpliesen su cometido con eficiencia, pero la acción no me gusta nada, nada. Al final, Santa internet bendita, cuarenta euros en una conocida tienda on-line en su sección de outlet.

Jueves. Novillos

Me llaman por la tarde para ir de pesca. Prefiero dar un paseo con Bruma, no me apetece nada ir hoy a pescar, vadear, mojarme, pasar frío ¿estoy ya mayor?. Al menos Bruma se vuelve contenta.

Viernes. Luces y sombras

Bueno, al final he tuneado una caña vieja y vamos a probarla.
Coto de Pobra en el Neira, mucha, mucha agua, y me cuesta dar con los peces, están lejos y es necesario lanzar los minúsculos plomos y la lombriz tan lejos como me es posible, buscando la vena central del agua. Clavo dos, una de ellas una buena trucha de cuarenta y muchos, y con el lomo con dos cicatrices de un cormorán o una garza, pena que se me haya olvidado la cámara de fotos en casa para mostrar la herida. Estos bichos si ya se atreven hasta con las grandes que no harán con las pequeñas. Para mi la decisión era fácil, declararlas especies cinegéticas y listo.
Consigo otra pieza de igual porte, y mira, la caña “made in en casa” la ha sujetado, remontado bastante bien. La pena que no haya destrozado la maldita Shimano dos temporadas antes.
Por la tarde regreso con mi padre, pero el Neira es mucho Neira, vira el aire a nordés, y comienza a bajar el nivel del río… y las truchas, como por arte de magia, desaparecen. Una picada y para casa.

Sábado. De sorpresa en sorpresa

Después de años ha ocurrido el milagro ¡la guardería me ha pedido la documentación!. Pues trato de hacer memoria de cuando había sido requerido anteriormente, y dejando aparte los cotos de salmón, me sale mínimo, mínimo ocho años. Y ocho años visitando cotos tradicionales, sin muerte, de reo, etc., etc.. me lleva a pensar que no es que la guardería sea escasa, es testimonial. Como contrapunto negativo, había junto a mi coche aparcados otros cuatro vehículos. Me preguntaron si había visto a alguien más, les dije que no y, acto seguido, pensé que se dirigirían al tramo libre a controlar, pero qué va, se subieron al coche y continuaron por la carretera. Es decir, el “peligro” está en los puentes o dónde llegue el coche, en medio del río impera la ley de la selva.
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En cuanto a pesca, muy buena mañana con muchas picadas y buenas capturas. Es de esos días que te produce el rato de pesca un hartazgo similar a una opípara comida, no apetece repetir por la tarde, no vaya a ser que por egoísmo lo que fue un buen día de pesca acabe con una sensación de desasosiego si vienen mal dadas. Además dicen que nunca segundas partes fueron buenas. Ahora queda que mejore un poco el nivel de agua y podamos empezar a mosca ya.

jueves, 14 de marzo de 2013

El último capricho (por el momento). Flextec Streamtec 10ft #3

Desde que pasa un cierto tiempo y nos hemos olvidado de los “buenos propósitos” del cambio de año, lo de hacer ejercicio y lo de los cursos de idiomas, los mosqueros tenemos un fantástico sustituto en aquella frase que todos decimos “pues yo este año ya tengo de todo y no me va hacer falta comprar nada”. Frase lapidaria y que en realidad todos coincidimos… pero que nunca realizamos. IMG_0277
Ya sea el vadeador que está barato, el carrete que es una oportunidad única, la línea que las están liquidando y es un chollo o esa caña que es una delicia, el caso es que todos, en mayor o menor medida, acabamos pecando. Pues bien, queda un ingrediente fundamental, que tu colega de pesca se haya hecho con ese fetiche y claro, no vamos a ser menos nosotros. No vaya a ser el demonio que tenga razón y yo me quede al margen. Si nuestro compañero de pesca dice arre, salimos corriendo y si luego nos damos el castañazo nos lo damos pero… no nos vamos a quedar atrás.
Un último ingrediente para esta salsa, las tertulias cibernéticas… nos hablan maravillas de cualquier producto. ¡Claro!, vamos a decir que lo que hemos comprado es una castaña y nos traten de tontos… se dirá cualquier cosa antes que decir eso que me he comprado no sirve para nada, se endulzará con aquello de acción dulce, sensación especial, lo que sea  pero, cómo vamos a reconocer nuestros errores, ¡jamás!.
Al final lo que ocurre es que conseguimos juntarnos con un montón de material acaparador de espacio que no usamos, que incluso ya ni sabemos el propósito de la compra, y que de intentar su venta de segunda mano ni sacaríamos para los gastos de envío, con lo cual, lo dicho, a hacer bonita la estantería. Pero en mi caso, y muchos otros que conozco propósito de enmienda tengo, pero voluntad de cumplirlo poco… y año a año seguimos llenando la estantería de caprichos

El camino

¿Y como llegué yo a caer en la tentación de este año?.
Pues la culpa proviene de mi colega Javi el Loco, que cambió la Xp por esta caña. El año pasado me comentó que trabajaba muy bien las truchas con ella, manejaba los perdigones con soltura y que incluso  pescaba a seca con ella con eficiencia sobrada. Buenas referencias, viniendo además de mi colega, cuya opinión sí la tengo en gran estima, porque Javi va a lo que va, a pescar, sin dejarse influir por marcas, dimes o diretes
IMG_0283Luego Code apareció con una 10 ft #4. Al principio no le cogía el aire, decía que no dominaba las truchas y que no la lograba “arrancar”. Luego fue mejorando su opinión y hoy está contento con ella. Aquí le vi los acabados, francamente buenos y me gustó. También me agradó mucho sacando línea (en el prado) para lances largos, con buena respuesta.
Llegó junio, y para salmón me compré una Flextec Powertec 11 Ft, #8, un cañón, lo mejor que he visto para salmón a ninfa, excelente caña, ligera, puedes estar todo el día pescando con ella a ninfa sin que te resienta el codo, conduce de maravilla las ninfas y con poder de sobra para entablar y ganar la pelea a bichos grandes. Y los acabados bastante buenos, y 70 euros, mucha caña por poco dinero.
Recomendación de colegas, satisfacción de marca, aparece la oferta en eBay… ¿y me iba a resistir? Si llego a ser pez, subo a por la mosca como un cohete. Como no soy pez, en vez de tirarme a la mosca me faltó tiempo para darle al botoncito del Buy it now.

Y cómo es ella

Lo primero decir que viene en un tubo de cordura de color verde, etiqueta en cuero de marca y bordado el modelo del que se trata.
IMG_0278 En el interior funda de tela compartimentada para proteger los cuatro tramos de la caña. Un detalle que no me gusta que el tubo de cordura DSC03262viene con una correa estilo “bandolera”, creo que con un asa de mano para llevar hubiese sido suficiente
La caña presenta un atractivo color diría que marrón oliváceo muy atractivo a la vista. Todo el blank está barnizado no presentando tramos desnudos sin barniz como sí tiene la Powertec. Subjetivamente el venir toda ella barnizada me sugiere “mas consistencia” del blank y se asemeja  a caña de gama “top class”.
La empuñadura de corcho, a simple vista de buena calidad, tampoco le he quitado el plástico pero en un primer vistazo no se ven poros muy marcados.DSC03244 También tengo que decir que tengo una Xp donde no se corresponde ni de lejos el precio de la caña con el corcho de la empuñadura. El portacarretes no me desagrada en absoluto la madera, aunque los herrajes es aluminio y es que, por algún lado tenía que aparecer reflejado el precio de la caña. Cumple suficientemente su misión, pero unos herrajes un grado superior le conferirían a la caña un mejor aspecto. Personalmente me gusta mucho más el portacarretes de la Powertec. Da la impresión de ser “muy plasticurri”
Un detalle que no me gusta de esta caña es la anilla portamosca. DSC03252Particularmente me gusta ese tipo de portamoscas que se sujeta por dos pestañas y que forma un cuadrado a lo largo del eje longitudinal de la caña. La Streamtec monta una anilla monopata que forma un circulo en el sentido transversal. Le veo incómodo este sistema, pero ya aquél portamoscas abatible no me convencía, pues este encima fijo, menos.Punto negativo para este aspecto
La anilla de salida me parece suficiente y el resto de anillas serpentiformes bien alineadas y sin detalles raros.
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DSC03260En resumen, muy bien anillada y alineada, bien barnizada y de color atractivo, visualmente es una caña bonita. Añadimos tubo y funda de una buena calidad y un precio de 100 euros.
No hago mención de su comportamiento porque no la he probado. No me gusta probar las cañas en los “prados”, porque me pueden inducir a errores de apreciación de gran calibre. Me gusta formarme una opinión de las cañas en acción de pesca, porque también necesito que la caña se me acople a mi modo de pescar . Cuando lleve unas jornadas de pesca con ella, ya comentaré como se comporta en el río y con las truchas, este va a ser su tribunal, la que decida si va a ser una gran compañera de pesca o se va a la estantería de adorno. De momento, le cabe el orgullo de ser mi último capricho.

domingo, 3 de marzo de 2013

Salitre y eucalipto

La conjunción de estos dos términos, aparentemente antagónicos, son la definición que mi amigo Proteo, mariñano de pro, aunque nacido y residente en Madrid, ha sabido plasmar en dos palabras la Mariña Lucense, sin más aditamento innecesario.

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Llevaba días con ansia de llenarme de esos dos aromas, pero la pesca en la mar no es como en el río. Mandan los elementos, no bastan las ganas, tenemos que conjugar una serie de factores, vientos, mareas, estado de la mar, ocasos, etc., y entre unos y otros se me había ido todo el invierno sin poder acercarme a disfrutar esos olores, a ser salpicado por la ola, a que el nordés te acaricie la cara con su aliento helador, a hacerte desaparecer de las arenas de la playa mientras eres envuelto por una oscuridad solamente rota por la espuma de las olas, coronadas por un halo de plata en su cresta, destacando su trémulo reflejo entre lo más negro de la mar infinita; al sonido del cabalgar poderoso de la ola en busca de romper en la playa o bien de batirse en duelo contra la roca. La suma de todos estos elementos nos permiten disfrutar ese sabor a salitre al cual hay que añadir, cuando el viento arrulla los eucaliptos, omnipresentes en los montes y laderas junto a la costa, y que perfuman con su aroma característico todo el ambiente, acabando de conformar esta atmósfera cuasi mística, ese universo mariñano. Y ayer, me dispuse a retomar todas esas sensaciones.

A todo este disfrute de naturaleza tengo que añadir un componente subjetivo. Me encanta pescar en la mar porque no sé pescar; ni lanzo bien, ni sé leer la mar, ni intuyo dónde pueden estar los peces. Con todo este condicionante cada captura es como ver el cielo abierto, y para mí, un logro que alimenta mi ego de pescador, y cuando no, una cura de humildad y un acicate a seguir aprendiendo. Y definitivamente lo que me gusta de la pesca es la capacidad de mejora, la dificultad ante las capturas y el intento por romper barreras

DSC03239Elegido sobre el ordenador, en base a páginas meteorológicas, el escenario en base al estado de la mar y a la hora del ocaso me pongo en camino. Para poder ver el mar tengo ante mi hora y veinte minutos de conducción. Al llegar ya noto viento en la cara. Monté las cañas, pero enseguida me di cuenta de que me entraba mucho viento y no iba a estar cómodo, amén de que el puesto es bastante reducido, por lo que decido colocarme en el lado contrario de la playa, buscando el abrigo del viento, lo cual implica mover de nuevo cañas y aparejos. Aquí, esta nueva puesta me iba a obligar a lanzar un poco más lejos para alcanzar el canal central de la playa. Hora y media después y sin ninguna picada decido abandonar esta playa y buscar otro lugar.

Al llegar al nuevo lugar elegido pegaba el viento de cara aún con más fuerza, había ido subiendo de intensidad según avanzaba la noche, cada vez más gélido, que incitaba más a recoger los bártulos y regresar a casa que montar los aparejos. Pero esta vez lo expresado en el primer párrafo, la búsqueda de sensaciones, y la armonía con el medio hizo que aguantara dos horas y media con escaso resultado, un sargo por única captura.

Y ya es hora de regresar, recojo y me pongo en camino.Me gusta regresar con esa sensación de que puedo hacerlo mejor, que habrá días más pródigos en capturas, emprendiendo el camino de vuelta con ilusión por regresar pronto a impregnarse de salitre y eucalipto, difuminado entre las sombras de la noche en alguna playa de la Mariña.

viernes, 1 de marzo de 2013

Trabajo de chinos

No he estado muy activo escribiendo este último mes. Entre el ajetreo de la vida diaria, en la que me he visto sumido en multitud de recados, citas e historias cotidianas que no me han dejado mucho margen de maniobra para cultivar el blog, y el poco tiempo que he tenido pues no he tenido  más remedio que emplearlo en montar moscas, porque, como decía con sorna un amigo que se ufanaba de ser tan franco, que en vez de cebo les ponía en el extremo de la línea un cartelito que rezaba “que pique la que quiera que yo no quiero engañar a ninguna” (o al menos eso decía él). La vida no deja de ser una sucesión de pequeños acontecimientos, y en mi vida de mosquero, el jueves pasado se me presentó de repente una de esas anécdotas que nunca antes me había acontecido y que consiguió que al acostarme a la una de la mañana los ojos me hicieran chiribitas.
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El caso es que hicimos un buen pedido de anzuelos, en concreto fueron cuatro mil doscientos anzuelos entre tres amigos. Solemos juntarnos cuando necesitamos anzuelos, bolas de tungsteno o tenemos un pedido de bastante material. Intentamos aprovechar descuentos y repartirnos gastos de envío, o aprovecharnos de un envío conjunto para que nos salgan gratis los referidos gastos debido al volumen de la compra. Así nos ahorramos unos buenos euros. Los anzuelos que habíamos elegido eran los Maruto D04, a nuestro entender, buenos y baratos, y los compramos a finales de enero. Una faena de la empresa de transporte urgente aquí en España, que, ni se molestaron en intentar la entrega del paquete, ni se dignaron en llamar a pesar de que en el paquete venía especificado el teléfono, una vergüenza, y en este punto rompo una lanza por la profesionalidad del servicio de Correos, los carteros de toda la vida; con ellos al menos hubiesen intentado la entrega, pero volvamos a lo nuestro, el paquete vino a destino, se devolvió y fue preciso que el vendedor volviese a enviármelo, con lo cual, entre dimes y diretes, un mes de retraso casi. Y al abrir el paquete, me llevo la sorpresa de que en vez de venir en bolsas de cien anzuelos venían cuatro bolsas con los catorce todos juntos, ídem 16, 18 y 20.
Así que me vi abocado a contar un montón de anzuelos y  de verdad que me he hinchado a contar. En bastantes ocasiones se me vino a la imaginación el personaje del Conde Drako de Barrio Sésamo, aquél que soltaba sonoras carcajadas al acabar de contar objetos, ¡¡¡claro, hasta diez cuenta cualquiera!!!. Pues risa no, pero otras sensaciones y no placenteras sí que tuve, entre ellas la de mandar todo al carajo, y tratar de ajustar el pedido al peso, o al estilo “vaiche boa”. IMG_0215
Como mi amigo Code estaba “pelao” de anzuelos del 16, y que tampoco me gusta tener “producto” de mis amigos, pues soy bastante despistado, y no vaya a ser que me enredara en otros asuntos y les hiciera la misma faena que la empresa de transporte referida, me puse el jueves por la tarde, nada más recibir el paquete manos a la obra, haciendo grupitos de cinco en cinco anzuelos y contando y empaquetando “pedido” para cada "cliente", doscientos, doscientos, cuatrocientos, cuatrocientos, cuatrocientos, trescientos, doscientos y cien, dos mil doscientos anzuelos contados de cinco en cinco, y envueltos en bolsas que sobraron del cotillón de fin de año, donde se preparan las uvas de la suerte… y ese mismo jueves de madrugada acabé el reparto…
Lo dicho, un trabajo de chinos, pero una anécdota para contar a los colegas echando unas risas ante una cerveza. Ahora, que por si me vuelve a ocurrir, ya me he comprado una fantástica báscula digital de precisión por seis euros con la cuál pesaré diez anzuelos y mediante una simple regla de tres... ¡mandar a la porra al Conde Drako!