domingo, 18 de mayo de 2014

Pescando en la frontera. El río Mente

10277833_289824257840340_8805606794208610988_nEl paso del tiempo es implacable y ya no me subo al coche con la presteza que en tiempos pretéritos para descubrir lugares. Sin duda me he acomodado, y esto conlleva que toda trucha que nade en aguas a más de una hora de mi domicilio hace que me replantee muy mucho el acudir a su encuentro.
Cuando días atrás empezaron los whatsapps de Carlos de que tenía que acudir a su río, secundados por llamadas cuasi rogatorias, empecé a colocar sobre la balanza los pros y los contras. Contras casi todo se centraba en los 180 Km que nos separan y que el camino es todo por carretera convencional, en las que cada vez me encuentro más incómodo desde que “pesqué” un jabalí. Asimismo era perder dos días con la posibilidad de hacer alguna chapuza por casa y luego, entre medias una escapadita para ir pescar ahí al lado.
En el otro platillo se colocó el gusto que me produce la emoción de descubrir un río nuevo. Es algo que me llena, vadear unas aguas que nunca he pescado, el encanto de lo desconocido. Ese desconocimiento se cierne sobre el río, aunque no se puede aplicar al punto de destino, Veiga do Seixo,
DSC03630 un pequeño pueblo perteneciente al Concello de Riós donde ya había acudido en varias ocasiones, siempre con el telón de fondo de la caza. En esta ocasión el motivo principal era la pesca y pescar.
Me encontré de pronto dentro de mi coche cruzando el Chamoso, Neira, Sarria, Mao, Cabe, acompañando al Lor hasta su entrega al Sil, remontando este, ora en sus rápidos debajo de las múltiples presas que cortocircuitan su fluir, ora en su quietud impuesta por Maese Kilovatio… En A Rúa abandono la cuenca del Sil para adentrarme en el Macizo Central Ourensano, una carretera con unas vistas espectaculares, con Cabeza de Manzaneda presidiendo majestuosa desde su corona de nieves todo el camino, y al otro lado de la carretera, en la distancia, nos observa Pena Trevinca, guardando con celo las tierras castellanas. Toda esa belleza obligatoriamente se ve cercenada por la atención que precisa la conducción, pero invita al disfrute y a parar a lo largo del camino a contemplar ese paisaje que nos embelesará allá donde miremos
DSC03606Como protagonistas dentro de este decorado se haya Carlos. Un tipo que es inclasificable, es… simplemente Carlos. Desde que nos conocimos años ha, no ha perdido la capacidad de sorprenderme siempre; de hacer un día sí y otro también alguna de las suyas, de liarla o liarme, y como veremos más adelante, esta vez tampoco fue una excepción. Le he visto dar con una brillante solución a algo aparentemente irresoluble, o de emborricarse en un más difícil todavía en vez de ir a lo práctico. Por el contrario Silvia, su mujer, ejerce de perfecto contrapunto; es la pausa y, como dicen los franceses, el savoir faire. Capaz de arreglar cualquier asunto y permitirnos disfrutar a los demás de la jornada.
Es además una buena pescadora y una excelente pintora, y para muestra, el chaleco de pesca de Carlos donde figura una ilustración de una trucha que hace de él un chaleco único (y al pescador mejor de lo que en realidad es, je, je…) No logramos convencerla, a pesar de nuestra insistencia, que debería pintar más, porque no llega a estar convencida de la calidad que atesoran sus pinturas, y eso que todos hemos alabado sus obras, pero nada, ni caso.
La señora Julia es la madre de Carlos. Es espontánea, extrovertida y siempre con un par de besos y un abrazo esperando por mí. Es un poco la figura de la abuela que ya no tengo, mujer que se hace querer y justifica por sí sola la visita
Por último hay unos preciosos epagneuls bretones, pues no en vano Carlos y Silvia, crían los perros del afijo Veiga de Alecrín, mimando con esmero y dándoles una ración generosa de cariño a estos bretones, que así lucen luego, portando el carácter de esta tierra: el esfuerzo y el trabajo en el monte. No soy imparcial ni pretendo serlo; mi perra Bruma nació allí y su afijo así lo atestigua. Tiene la belleza de la tierra que la vio nacer, hermosa, pura, para nada lineal sino con el contorno de los montes que conforman los valles en esta tierra. Con una mirada clara, serena y penetrante, recordando el horizonte que vemos en cualquier atardecer despejado desde la cima de un cerro cualquiera que nos permite adentrar la mirada al vecino Portugal. Mirada de la que emana la generosidad y el cariño de sus gentes.
Es salir de la autovía y conducir por la estrecha carretera y acrecentar las ansias por estar allí. Diez kilómetros más y engarzado entre cerros, delatado por el humo blanco de las chimeneas y vestido con el verde de sus prados será la señal de que hemos llegado. Lugar que posee el lujo de ser un oasis ausente de ruidos, aunque no de sonidos. En este mundo globalizado que vivimos, es reconfortante salir a la puerta de casa, ver el cielo lleno de estrellas brillando con un fulgor inusitado, engarzado en el rumor de las aguas cantarinas del cercano río y el sonido grave de la lechuza apostada en un árbol cercano extendiéndose por todo el valle. Es salir y conducir por la estrecha carretera y alegrarse mi espíritu. Algo tiene que tener de mágico este lugar.

 

El protagonista. El Río Mente

En las estivaciones de los montes do Invernadoiro, ya en su vertiente del Duero surgen una serie de pequeños cauces que conforman el Río Mente, que poco a poco va tomando cuerpo recibiendo diversos aportes bajando hacia tierras del concello de Riós para a la altura de Veiga do Seixo compartir frontera durante un buen trecho con el vecino Portugal, luego se adentrar en ese país manteniendo ese carácter de frontera administrativa, ahora ya no entre España y Portugal, sino entre los departamentos de Vila Real y Bragança hasta entregar sus aguas al río Rabaçal después de un recorrido de unos 57 Km. El Rabaçal a su vez, cerca de Mirandela, se unirá al Tuela conformando el Tua, que entregará sus aguas al Duero, o mejor dicho Douro, no lejos de Vila Real. Queda así conformado como vertiente del Duero nuestro protagonista.
DSC03618La primera decisión fue conocer este río en su parte totalmente española, justo en el límite superior del tramo libre sin muerte, y como dije, la capacidad de inventiva de Carlos nunca dejará de sorprenderme; una vez colocado el wader, botas, chaleco caña, etc. me da un casco y me dice que vamos a ir a pescar en el quad. No pongo foto porque mi sentido del ridículo me lo impide, pero muy favorecido con ese atuendo no estaba. La imagen era de cromo, vestido de pescador de mosca, un casco, dos cañas a modo de lanza y dos personajes en el quad. Eso sí, la polivalencia de este vehículo permite adentrarse por las trochas por los montes  hasta dejarnos justo a pie de río y ahorrarnos una buena caminata. El río serpentea entre montañas con la sensación de estar en naturaleza, en algo sin presencia humana, salvo impresionantes muros adosados a la montaña que antaño permitían el tránsito de animales
La primera vista fue un pozo largo y diviso una cebada, ¡a por ella!. Cual no fue mi sorpresa una vez colocado el aparejo de ninfas que el río era mucho más profundo de lo que parecía.
DSC03624Es un río en esta parte de una anchura media de unos diez metros, con pozos y orillas con tiro y profundas, salpicado de peñas que rompen la corriente del agua. DSC03609
Tiene también una abundante vegetación de ribera. Me recordó mucho a un pequeño Navia, o incluso un Valcárcel. Río típico de montaña con pendiente acusada, brioso remansado en pequeñas presas, o ligeramente frenado por algún árbol caído
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El ansia por mostrarse de las truchas en esa fase del día no fue excesivamente colaboradora.DSC03611 Toques sí, pero sin mucho afán. Al final llevé a la mano cuatro truchas pequeñas, y una mayor se me fue en la pelea, en la que esta pieza luchó bravamente por su libertad, demostrando el motor que atesoran, bravas, acordes al entorno. A pesar de ser mediados de abril, se intuía que una vez que las aguas bajen dos cuartas el entorno para pescar a seca es maravilloso, de esos lugares que ante nosotros se disponen cien lances a cada cual mejor y más prometedor, como bien me lo confirmó Carlos al corroborar que su táctica predilecta es el tándem.
Después de batallar contra las chorreras, un paseo de vuelta para irnos a comer y por la tarde, literalmente, estuvimos pescando en la Raia, en plena frontera. Yo diría incluso que los pies estaban pisando territorio español y las ninfas escudriñando rincones portugueses.
Bajamos como un kilómetro debajo de Veiga do Seixo y de nuevo, en un paraje montaraz y bastante agreste se mantenía la misma configuración del río, rabiones, pozo, rabión. Aquí ya empezaron a salir truchas de mayor tamaño que proporcionaban una lucha feroz, resistiéndose a tocar la tela de la sacadera. DSC03626Impresionantes los profundos pozos que existen en esta zona, labrando las lajas de las orillas, me recordaba un poco la configuración del alto Sella. Invitaba a incrementar la atención en el tránsito, para nada fácil, pues un resbalón supondría cuando menos un buen remojón. Cómodo para transitar solamente he visto la zona aledaña al pueblo y el tramo libre sin muerte.
El Mente proporciona de vez en cuando piezas de mérito, y lo cierto es que visto el porte de algún pozo no es de extrañar ya que defensa y comida tienen. Sí es cierto que ha visto menguada de manera sensible (en esto me remito a los comentarios de Carlos y otros vecinos) su población de barbos, antaño notable y de buen tamaño desde la apertura de la autovía das Rías Baixas. Otro aliciente sin duda.
En resumen, no es un destino “eslovaco” donde contabilizar un montón de truchas, pero sí un destino para gozar de un río casi virgen, poco pescado, de aguas frías y cristalinas, en medio de naturaleza y sólo naturaleza. Unamos también la oferta de restauración que tenemos por la zona (A Gudiña), admirar sus cuidados soutos (plantaciones de castaños) y tendremos motivos de sobra para rendirle una visita, de embelesarnos en la esencia de lo genuino.
Ahora me queda otra asignatura pendiente, disfrutar del Rabaçal, adentrándome ya en territorio portugués a mosca seca. Cuando visité el entorno dentro del Parque natural de Matosinho me pareció una preciosidad de río y me quedé con ganas de pescarlo. Silvia, Julia y Carlos seguro que están deseando que me decida a intentarlo.













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